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I. Marco de Referencia
Alrededor del mundo, los regímenes democráticos y los procesos electorales para la determinación de las autoridades políticas parecen haberse consolidado como los vehículos idóneos para instaurar y regular el poder político. De acuerdo con el Informe de la Comisión Global sobre Elecciones, Democracia y Seguridad intitulado “Profundizando la democracia: Una estrategia para mejorar la integridad electoral en el mundo”, desde el año 2000, sólo once países del globo no han celebrado elecciones nacionales.
En América Latina, la democracia electoral parece haber dado vuelta a una larga tradición de gobiernos militares y totalitarios. En 1977, este fenómeno presentaba el siguiente panorama en el continente, únicamente tres países eran reconocidos como plenamente democráticos: Costa Rica, Colombia y Venezuela; la mayoría de los países de la región vivía bajo regímenes autoritarios. Para el año 2010, es decir, 33 años después, prácticamente todos los países de la región han hecho suya la democracia como método para acceder a la representación política a través de la celebración de elecciones libres, transparentes y periódicas.
Sin embargo, a pesar de haber completado un complejo y arduo periodo de democratización, América Latina enfrenta hoy nuevos retos para transitar del fortalecimiento electoral a una verdadera gobernabilidad democrática. A pesar de esta transición política y en un momento de extendida estabilidad regional, Latinoamérica sigue siendo la región con mayores índices de desigualdad en el mundo y con francos problemas de pobreza que se articulan paradójicamente con gobiernos e instituciones más fuertes en su consolidación democrática.
Entendido de esta forma, los retos democráticos han transitado a problemas de mayor complejidad que se entrelazan con la re-conceptualización de la igualdad como elemento esencial de la vida democrática en dos sentidos: como un principio ético para el ejercicio de la libertad, y como un elemento práctico para el ejercicio de la justicia en el terreno político. No podemos hablar entonces de desarrollo democrático si no partimos de una concepción articulada entre Estado de derecho y una idea de ciudadanía ampliada a los factores económicos, políticos y sociales.
La creencia generalizada de las teorías de la transición apuntaba a que el fortalecimiento democrático contribuiría ineluctablemente al desarrollo de sociedades más justas, sin embargo, pareciera que los regímenes democráticos republicanos no sólo no han propiciado escenarios de mayor prosperidad e igualdad en los contextos latinoamericanos, por el contrario, en muchos países la desigualdad social ha aumentado dramáticamente no sólo en dimensiones como el ingreso, sino en el acceso a bienes generalizados como educación, salud, energía y telecomunicaciones (Burchardt, 2008). Esta desigualdad se encuentra claramente caracterizada en América Latina por una concentración extrema de los ingresos en el decil superior; de acuerdo con datos de la Cepal y el Banco Mundial, más del 40% de la población de América Latina vivía debajo del umbral de pobreza en el año 2005.
Todo ello ha desembocado en una crisis del sistema democrático occidental –como sistema de pensamiento– que tiene su impacto en dos grandes dimensiones: la política y la económica. Las grandes paradojas de principios del siglo XXI en el terreno democrático que se pueden sentir en el desencanto de los procesos electorales o el desprestigio de los partidos políticos, tienen un gran asidero en los problemas de representación generalizados en el ejercicio del poder público.
Para comprender esta crisis política mundial, y particularmente en América Latina, debemos entender el contexto económico en que vivimos y del cual depende el fracaso o éxito de las democracias liberales, pero sobre todo, a partir del cual comprendemos las formas de articulación y cohesión social que buscan una nueva representación en el escenario político.
A partir de 1998 se entra en una profunda crisis de las políticas neoliberales, arraigada en un proceso de recesión económica continua hasta el año 2005. El resultado de este proceso desencadenó el cuestionamiento profundo de un modelo político que, en última instancia, desarticuló y perdió la capacidad de establecer vínculos claros entre el Estado y la sociedad. De este fenómeno se desprende la crisis de legitimidad en espacios prácticos institucionalizados que han llevado al cuestionamiento del sistema democrático en general; factores como el desprestigio de los partidos políticos, los votos como vehículo para la definición de las autoridades políticas e incluso los organismos electorales, se han visto inmiscuidos en el déficit democrático que afecta a América Latina.
Desde el año 2005, Latinoamérica entra en un periodo de bonanza económica sin precedentes que no forzosamente se ha visto correspondido con el crecimiento económico y el desarrollo de condiciones de igualdad y redistribución de la riqueza que debería. La desigualdad permanece a pesar de ciertos sentimientos de mejora; solamente en algunas regiones se han incrementado levemente los índices de disminución de la pobreza extrema. Todo ello es resultado de la emergencia de nuevas economías en el globo como China, India, Sudáfrica, Brasil, Rusia, y en menor medida, México, que han generado ingresos extraordinarios en los países del sur de América.
Este escenario ha generado nuevos contextos que nos invitan a la reflexión: por un lado, existen aquellos espacios que permanecen en el discurso del liberalismo económico con ciertos matices enfocados en la recesión económica mundial, y que en experiencias pasadas, han apuntalado y agravado los índices de pobreza y desigualdad en la sociedad; por otro lado, se ha experimentado el resurgimiento de gobiernos nacionalistas con prácticas populistas que han generado una nueva integración entre el gobernante y la base social, pero que se han sustentado en la abundancia para la reproducción individual en el poder.
Por todo ello, el IV Foro de la Democracia Latinoamericana pretende instalarse como un espacio para la discusión y la reflexión abierta sobre estas temáticas que impactan en la construcción democrática de nuestra región. La pobreza y la desigualdad en democracia, no sólo apuntan a la generación de mejores condiciones económicas, esta articulación nos enfrenta a la reformulación de nuestras democracias, al desarrollo de nuevas formas de organización política y social, a la generalización de un concepto de ciudadanía que abone a la expansión de la justicia y a una comprensión del Estado de derecho basado en la igualdad y la libertad, pero también, nos invita a reflexionar sobre el impacto práctico que la influencia del dinero tiene sobre las elecciones y sobre la constitución de ejercicios democráticos legítimos y equitativos.
El reto democrático en este siglo XXI consiste no sólo en fortalecer los medios de construcción, división y moderación del poder político, sino en la edificación de nuevas formas de vinculación social que mejoren las condiciones de igualdad social y de inclusión en una región marcada por sus fuertes diferencias sociales.
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II. Antecedentes
A principios de 2010, el Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Dr. José Miguel Insulza, y el Consejero Presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), Dr. Leonardo Valdés, acordaron desarrollar el Foro de la Democracia Latinoamericana, con el objetivo de crear un espacio de reflexión, discusión y análisis sobre los desafíos que implica la transición, construcción y consolidación de la democracia en América Latina.
Para estos fines, se definió convocar a expertos, practicantes, académicos, funcionarios públicos y electorales, representantes de partidos políticos, de organizaciones ciudadanas y de los medios de comunicación, entre otros; quienes debatieran sobre temas políticos, sociales, económicos y electorales sobre aspectos de la agenda regional con el propósito de reunir la mayor calidad de información y experiencias prácticas referentes a la construcción de la democracia en la región.
Igualmente, se definió un formato en el cual cada uno de los ponentes tuviera una primera intervención y posteriormente se desarrollara un debate entre ellos. De ahí que se definió que dado el formato y los objetivos del Foro, la selección de los moderadores es clave, pues su función principal es hacer que los invitados debatan de manera amplia sobre el tema en cuestión.
El I Foro de la Democracia Latinoamericana, fue organizado por la OEA, el IFE y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se llevó a cabo del 11 al 14 de octubre de 2010 en el Palacio de Minería de la ciudad de México. En esta primera versión se presentó el “Segundo Informe sobre el estado de la democracia en América Latina: Nuestra Democracia”, y sus contenidos sirvieron de eje temático para el desarrollo del mismo. En esa ocasión se contó con la participación de 55 ponentes y moderadores de 14 países, incluyendo cuatro ex presidentes.
Paralelamente, como parte de los trabajos de ese evento se presentó la obra “Encuesta sobre Gobernabilidad y Convivencia Democrática” elaborada por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
La segunda versión del Foro, estuvo organizada por el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), además de la OEA y el IFE; y se llevó a cabo en el Antiguo Colegio de San Idelfonso de la ciudad de México, del 6 al 8 de diciembre de 2011. En el II Foro, la OEA desarrolló el informe sobre “Dinero, Política y Poder: Un dilema para la Democracia”. Igualmente, su contenido sirvió como eje rector para las discusiones y reflexiones de ese evento, en el cual participaron 49 ponentes y moderadores de 14 países, incluyendo a cinco aspirantes a candidato para la Presidencia de México.
El III Foro de la Democracia se llevó a cabo en las instalaciones de El Colegio de México en asociación conjunta entre la OEA, el IFE, IDEA Internacional y el propio COLMEX. Los trabajos se desarrollaron durante tres días, del 10 al 12 de octubre de 2012 bajo el título “Democracia y crisis de representación: quien gana las elecciones, ¿gana el poder?”. En esta ocasión, se presentó el Informe de la Comisión Global sobre Elecciones, Democracia y Seguridad intitulado “Profundizando la democracia: Una estrategia para mejorar la integridad electoral en el mundo”, por parte del secretario general de IDEA Internacional, Vidar Helgesen, y el consejero presidente del IFE, Leonardo Valdés. Se contó con la participación de 42 ponentes y moderadores de 14 países, incluyendo 3 ex presidentes, quienes emitieron sus opiniones respecto a tres ejes, la política, la representación y la gobernabilidad.
Las discusiones que se llevaron a cabo en el marco del I, II y III Foro tuvieron una amplia difusión y discusión en espacios nacionales e internacionales. Sin duda, la temática, la metodología y los contenidos de las discusiones fueron relevantes y atractivos, ya que generaron un alto nivel de impacto en medios de comunicación, así como en las distintas redes sociales. Destaca, la calidad de los expositores y, sobre todo, la presencia de ex presidentes y personalidades del ámbito político y empresarial que contribuyeron al debate y reflexión.
El poder de convocatoria del Foro descansó en gran medida en la planeación y difusión anticipada y oportuna de este ante diferentes audiencias nacionales e internacionales. El interés del público en el Foro se vio expresado a través de diferentes mecanismos. La parte presencial fue particularmente importante ya que la audiencia constó de entre 500 y 900 asistentes durante los tres días. Las 32 oficinas del IFE en todo el país tuvieron un seguimiento puntual de las distintas sesiones. Asimismo, más de 20 mil usuarios de redes sociales en distintas modalidades mostraron interés en dicho evento.
Un aspecto a destacar es que los trabajos de los tres Foros fueron transmitidos en vivo a través de las páginas de Internet del IFE y de la OEA.
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III. Objetivo General
Crear un espacio de reflexión, discusión y análisis abierto sobre las causas e impactos de la desigualdad y la pobreza en la democracia de América Latina. En este sentido, el Foro de la Democracia Latinoamericana busca ser ese espacio donde coincidan políticos, académicos, expertos en políticas públicas, funcionarios gubernamentales, autoridades electorales, entre otros, para desarrollar ideas de gran calado y que sirvan para compartir y relacionar distintos enfoques, perspectivas y caminos en perspectiva comparada internacional.
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IV. Temas |
El IV Foro de la Democracia Latinoamericana se desarrollará con base en dos ejes temáticos:
Estos temas se encuentran relacionados entre sí con el desarrollo y deficiencias del proceso democrático en América Latina; por ello se busca profundizar en cada uno de estos a través del análisis y discusión de los políticos, funcionarios públicos, expertos y académicos.
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V. Metodología |
El IV Foro de la Democracia Latinoamericana se llevará a cabo del 9 al 11 de octubre de 2013 en las instalaciones de El Colegio de México. Durante estos días, se abordarán los ejes temáticos en tres conferencias magistrales y seis mesas temáticas.
- Los trabajos iniciarán a las 9:30 horas y concluirán a las 18:00 horas.
- La conferencia magistral tendrá duración de 50 minutos bajo el siguiente esquema. Al principio de la sesión, el comentarista tendrá cinco minutos para presentar al conferencista y posicionar el tema. Enseguida, el conferencista tendrá hasta 30 minutos para exponer el tema. A continuación, se abrirá un espacio de 15 minutos para que el comentarista proceda a realizar preguntas al expositor, con base en sus planteamientos y apoyándose en los cuestionamientos formulados por escrito de parte del público asistente. Considerando este formato, el comentarista deberá plantear reflexiones y preguntas que surgirán de su conocimiento y experiencia, así como de las planteadas por el público asistente.
- Después de la conferencia magistral, habrán dos o tres sesiones plenarias para que los participantes discutan los temas de la conferencia. Estas sesiones tendrán una duración de 105 minutos. En cada sesión plenaria participarán al menos cuatro conferencistas y un moderador, que sesionarán bajo la modalidad de debate. El moderador contará con cinco minutos para presentar a los expositores y posicionar el tema. Cada sesión de dividirá en tres etapas: en la primera etapa, los conferencistas tendrán 15 minutos para establecer una reflexión sobre el tema en cuestión; en la siguiente etapa, el moderador realizará preguntas; finalmente, los conferencistas responderán a las preguntas, e incluso habrá un espacio de réplica. Considerando este formato, el papel del moderador será de suma importancia. Ya que no sólo mediará el debate, sino que también lo incentivará entre los expositores mediante el planteamiento de preguntas, que surgirán de su conocimiento y experiencia, así como de las realizadas por parte del público por medios escritos.
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