Sistemas Políticos y Electorales Contemporáneos

REINO UNIDO


Presentación

Introducción

III. Sistema político

1. Régimen constitucional

1.1. Antecedentes históricos

2. El Rey

3. Parlamento

4. Gobierno

5. Primer ministro

6. Consejo Privado

7. Referéndum

8. Gobierno local

III. Sistema electoral

1. El sistema mayoritario simple

III. Sistema de partidos

1. Principales partidos políticos

1.1. Partido Conservador (Conservaty Party)

1.2. Partido Laborista (Labour Party)

1.3. Partido Social y Liberal Demócrata

1.4. Partido Nacionalista de Gales (Playd Cymru)

1.5. Partido Nacional Escocés

1.6. Partidos norirlandeses

Anexo estadístico

Bibliografía


Presentación

Uno de los hechos sobresalientes del final del siglo xx es, sin duda, la preeminencia de la democracia sobre el autoritarismo. La extensión y el arraigo de los valores, las instituciones y las prácticas democráticas en el mundo de hoy constituyen, en efecto, un proceso global que, al parecer, se dirige hacia su consolidación. La derrota de los totalitarismos de derecha en la Segunda Guerra Mundial; las transiciones a la democracia en el sur de Europa, en América Latina y en el sudeste asiático a lo largo de los años setenta y ochenta, y el derrumbe de los regímenes totalitarios de Europa del Este, conocidos como socialismo real, durante el segundo lustro de los años ochenta, apuntalaron a las grandes democracias e impulsaron la emergencia de nuevas democracias, transformando de manera radical el mapa geopolítico mundial. Pero sobre todo, apoyado en la globalización de los medios de comunicación, dicho proceso ha significado un profundo cambio en los valores y las percepciones de las sociedades contemporáneas en favor de los derechos y las libertades fundamentales de la persona, sustento y fin del constitucionalismo democrático.

El éxito de ese proceso de universalización de la democracia no implica, sin embargo, un triunfo definitivo sobre el autoritarismo, ni mucho menos que los retos actuales y los desafíos futuros de las democracias en particular hayan sido resueltos. Los riesgos de involución hacia formas autoritarias de gobierno, en especial en las democracias más recientes y frágiles; las dificultades para emprender o consolidar transiciones democráticas frente a los autoritarismos persistentes y los viejos o nuevos problemas institucionales de las democracias exigen cada día más imaginación y responsabilidad, más conocimientos y participación, más y mejor formación de ciudadanos libres y responsables. Exigen, en suma, una más amplia y sólida cultura democrática.

Es evidente que no hay mejor garantía para la consolidación de la democracia que la formación de una sociedad que conozca y aprecie sus valores, sus instituciones y sus prácticas y que, al mismo tiempo, a través de sus ciudadanas y ciudadanos, de sus diversas organizaciones, de sus partidos políticos y de su gobierno, participe efectivamente en el debate y en la formulación de propuestas frente a los asuntos de interés público propios de la vida democrática. Una sociedad, pues, comprometida con la democracia y su desarrollo.

En ese sentido, el objetivo de la colección Sistemas Políticos y Electorales Contemporáneos es contribuir a la divulgación de la cultura democrática en la sociedad mexicana, mediante el conocimiento de las democracias de nuestro tiempo. Con esta colección, el Instituto Federal Electoral busca poner al alcance del público en general, en especial de los jóvenes que cursan sus estudios de educación media superior y superior, la información y los elementos de análisis necesarios para el conocimiento de los sistemas políticos y electorales de las diversas democracias que existen en el mundo, su diseño constitucional y su forma de gobierno, los principios y los procedimientos que rigen sus elecciones, y su sistema de partidos.

Con ese fin, la colección ha sido diseñada de tal modo que permita un estudio comparativo de los sistemas políticos y electorales considerados. Para ello, cada una de las monografías tiene la misma estructura: a manera de introducción se presenta un marco conceptual básico para facilitar la comprensión de las nociones de sistema político, sistema electoral y sistema de partidos, que son, a su vez, temas tratados en capítulos aparte. Igualmente, las monografías contienen un anexo estadístico con datos generales de los países, los resultados electorales y la composición de los órganos de representación popular, así como una cronología electoral del país de que se trate.


Introducción

Para el estudio de los sistemas políticos y electorales contemporáneos se requiere del conocimiento previo de su definición como conceptos y de una explicación sobre su significado. En términos generales se puede decir que el fenómeno político y, en particular, su manifestación en cada comunidad constituye un proceso complejo mediante el cual se toman las decisiones imperativas que la rigen. Pero, ¿cuáles son los elementos que intervienen en ese proceso?; ¿qué relación tienen entre sí?; ¿quiénes toman esas decisiones y con qué atribuciones?; ¿cómo se toman las decisiones imperativas?; ¿qué efectos producen y sobre quiénes? Éstas son, entre otras, las cuestiones que corresponden al estudio de los sistemas políticos y electorales, y en cada caso su respuesta explica o trata de explicar la manera en la que una comunidad específica las ha resuelto o busca resolverlas.

La noción de sistema político se refiere al conjunto de instituciones, organizaciones y procesos políticos que, caracterizados por un cierto grado de interdependencia, rigen y conforman la vida política de una determinada comunidad. En este sentido, el estudio sistémico del fenómeno político en cualquier agrupación supone, entre otras exigencias metodológicas, determinar el ámbito del sistema, es decir, señalar sus límites, y comprender los elementos o las partes que lo integran así como las relaciones recíprocas que guardan entre sí. En otras palabras, determinar si los confines del sistema se identifican, por ejemplo, con los del Estado-nación, que es el caso de nuestro tiempo; o si los elementos que lo integran, también como ejemplo, son una Constitución escrita, un Parlamento y partidos políticos.

Para saber cuál es el sistema político de un país se debe considerar si éste tiene un orden constitucional que garantice derechos y libertades a las personas o si se trata de un régimen autoritario; si siendo un Estado constitucional de derecho su forma de gobierno es presidencial o parlamentaria; si sus procedimientos electorales responden al principio de elección por mayoría o al principio de elección proporcional; si existen pocos o muchos partidos y cuál es la fuerza o la representatividad de cada uno de ellos, entre otros rasgos característicos. Si se responden estas cuestiones, aunque sea en forma básica, se puede decir que se conocen los elementos que conforman un determinado sistema político y las relaciones que dichos elementos guardan entre sí.

A partir del sistema político, y conforme a la metodología sistémica, los sistemas electorales y de partidos pueden ser considerados como subsistemas del primero. Esto significa que si bien su estudio puede tener un mayor o menor grado de autonomía, ésta no es total en la medida en que sus relaciones con el conjunto del sistema político _con los principios constitucionales fundamentales o con la forma de gobierno, por ejemplo_ suponen la existencia de factores externos al subsistema que producen distintos efectos sobre ellos. No obstante esa consideración, es evidente que los sistemas electorales y de partidos constituyen en sí mismos un objeto de estudio.

La noción de sistema electoral tiene dos acepciones: en sentido amplio, como sinónimo de derecho electoral o régimen electoral, es decir, el conjunto de normas, instituciones y procedimientos que regulan la organización de las elecciones, la integración de los órganos de representación popular y, generalmente, a los partidos políticos; y en sentido estricto, como los principios y los métodos utilizados para convertir los votos en escaños, es decir, como el procedimiento técnico de la elección por medio del cual la voluntad de los ciudadanos manifestada en las urnas se traduce en representación política en un Parlamento.

Por su parte, la noción de sistema de partidos se refiere a la forma en la que las organizaciones partidistas interactúan entre sí o, en su caso, a la forma en la que un solo partido actúa dentro de un régimen representativo. En este sentido, se puede hablar de un sistema de partidos competitivo, de un sistema de partido hegemónico, o de un sistema bipartidista o multipartidista, por citar las características más relevantes.

Como se ha señalado, la colección Sistemas Políticos y Electorales Contemporáneos se ocupará de las democracias de nuestro tiempo y, por lo tanto, hará referencia a países organizados bajo un régimen constitucional democrático. ¿Qué significa esto?; ¿qué es el constitucionalismo?; ¿qué formas de gobierno han sido adoptadas dentro del constitucionalismo?; ¿cuáles son los distintos principios electorales para la integración de los órganos de representación popular en las democracias representativas?

Con el propósito de ofrecer los elementos necesarios para la mejor comprensión de cada uno de los sistemas políticos y electorales incluidos en este esfuerzo editorial, a continuación se tratará de dar respuesta en forma breve y sencilla a estos cuestionamientos a través de una serie de definiciones básicas.

El constitucionalismo es el producto político y jurídico del triunfo del pensamiento liberal frente al absolutismo y los autoritarismos. En ese sentido, el constitucionalismo tiene como razón de ser y como fin la limitación del poder público y la garantía de los derechos fundamentales de las personas, a través de la subordinación del poder a la ley. De allí que sus principios más importantes sean la división del poder político, para crear un sistema de controles y contrapesos entre los distintos órganos del Estado, y el control sobre la constitucionalidad de los actos de la autoridad, para garantizar los derechos fundamentales, establecidos en la Constitución, de las personas frente al poder público.

El constitucionalismo democrático es, en consecuencia, un régimen político y jurídico en el que, además de establecer límites al poder público y garantías para los derechos de las personas, los órganos de gobierno deben ser populares, es decir, deben expresar el principio de gobierno del pueblo conforme al significado etimológico de la democracia. Ahora bien, en la medida en que las sociedades modernas, por su dimensión y complejidad, no permiten el ideal clásico del gobierno directo del pueblo, la democracia moderna ha sido representativa, es decir, gobierno del pueblo a través de sus representantes, cuestión que veremos en seguida. Pero, en síntesis, el constitucionalismo democrático puede definirse hoy como un sistema político con división de poderes, garantías individuales y órganos de gobierno de representación popular.

Ahora bien, un régimen constitucional democrático puede adoptar distintas formas o sistemas de gobierno. Los dos más importantes son el presidencial y el parlamentario, y si bien dentro de ellos existen diversas modalidades e incluso un sistema híbrido o mixto que toma elementos de ambos _es el caso del semipresidencialismo francés_, lo cierto es que cada uno tiene elementos característicos, los cuales se pueden resumir en los siguientes términos:

En un sistema presidencial:

• El presidente es, a la vez, jefe de Estado y jefe de gobierno.

• La elección del presidente es directa o semidirecta (es el caso de Estados Unidos).

• El jefe de gobierno y su gabinete no son designados o removidos por el órgano parlamentario sino por el propio presidente.

• Los poderes Ejecutivo y Legislativo están claramente separados.

En un sistema parlamentario:

• El jefe de Estado y el jefe de gobierno son personas distintas (en las monarquías parlamentarias, como Gran Bretaña, el rey es el jefe de Estado).

• Los miembros del Parlamento son elegidos por el voto popular.

• El jefe de gobierno y el gabinete son designados y pueden ser removidos por el Parlamento.

• Los poderes Ejecutivo y Legislativo no están separados; por el contrario, se comparten.

En los dos sistemas hay un proceso de elección popular para la integración de los poderes públicos. Dicha elección se realiza y se convierte en representación política mediante un sistema electoral; cabe recordar, en este punto, que la noción de sistema electoral, en sentido estricto, se refiere a los principios y a los métodos utilizados para convertir los votos en escaños, es decir, para traducir la voluntad ciudadana en representación política. Existen dos grandes sistemas electorales, el de mayoría y el proporcional, cada uno de ellos con diversas modalidades y fórmulas de asignación de escaños, así como un sistema mixto que combina los principios de ambos. En términos generales, dichos sistemas se pueden describir de la siguiente manera:

En los sistemas de mayoría:

• Se busca formar una mayoría en los órganos de representación popular que garantice estabilidad y gobernabilidad, aun a riesgo de fomentar sobre o subrepresentación en el Parlamento; por ejemplo, que un partido político obtenga un porcentaje de escaños o curules sensiblemente mayor o menor al porcentaje de la votación que haya obtenido. En este caso se privilegia la gobernabilidad sobre la representatividad.

• El ganador de la elección en el ámbito territorial-poblacional donde se realice la elección se queda con toda la representación, es decir, gana todo; por ejemplo, en un distrito electoral se elige a un solo diputado.

• Los partidos presentan candidatos individuales y el elector sólo tiene una opción.

En los sistemas proporcionales:

• Se busca que los órganos de representación popular sean lo más representativos posible de la voluntad ciudadana, es decir, de los porcentajes de votación obtenidos por cada partido, aun a riesgo de generar una fragmentación en la composición del Parlamento que dificulte la estabilidad y la gobernabilidad; por ejemplo, que un Parlamento, al reflejar con exactitud los porcentajes de la votación obtenidos por los distintos partidos políticos, se fragmente de tal modo que la formación de una mayoría que legisle o integre el gobierno (en el caso de un sistema parlamentario), resulte imposible; en este caso se privilegia la representatividad sobre la gobernabilidad.

• Se elige a dos o más representantes en el ámbito territorial-poblacional en el que se realice la elección y, por lo tanto, el triunfo es compartido según los porcentajes de la votación; por ejemplo, de una circunscripción electoral pueden surgir diez diputados.

• Las candidaturas de los partidos no son individuales sino que se presentan en listas.

Antes de concluir es importante señalar que el carácter general de los contenidos de esta introducción sirve, como se apuntó, para ofrecer los elementos básicos que permitan una mejor comprensión de los sistemas políticos y electorales específicos que constituyen el objeto de la colección. En cada caso se tratarán en detalle las características y las modalidades de los distintos países considerados.


I. Sistema político

1. Régimen constitucional

1.1. Antecedentes históricos

El Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte es una monarquía constitucional y parlamentaria. El sistema político británico es producto de una larga evolución histórica desde la invasión de Guillermo el Conquistador en 1066. Son tres los acontecimientos fundamentales para entender el desarrollo y estado actual de las instituciones políticas en el Reino Unido: la firma de la Carta Magna en 1215, que estableció una separación entre la nobleza y la Corona; la Revolución de 1688, antecedente inmediato del Bill of Rights, el cual logra iniciar una relación de cooperación entre el Parlamento y el rey; y, finalmente, el Reform Bill de 1832 en donde se establecen las directrices del gobierno representativo.

Al Reino Unido lo conforman cuatro países: Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Los tres primeros están ubicados en la Isla de Gran Bretaña, mientras que Irlanda del Norte se encuentra en la parte noreste de una isla contigua, compartiendo su territorio con la República de Irlanda.

El Reino Unido no posee una Constitución escrita, sino que su ordenamiento responde a una tradición jurídica sustentada en la costumbre, mediante un sistema regulado con base en precedentes. No obstante, existe cierto legado de legislación formal, como el Habeas Corpus Act (1679), el Act of Settlement (1701), el Act of Union with Scotland (1707), los Parliaments Acts (1911 y 1949), entre otras.


2. El rey

El rey o la reina _como sucede actualmente_ es el jefe de Estado del reino. Paulatinamente, sus atribuciones han disminuido de forma considerable, aunque en el plano formal el monarca conserva algunas que sugerirían un enorme poder: convocar y disolver el Parlamento, ratificar la legislación aprobada en las cámaras y designar a los funcionarios públicos de mayor nivel; asimismo, su venia es indispensable para la formación del gobierno por parte del primer ministro, para dar validez a los tratados internacionales y declarar la guerra, entre otras. En la vida diaria, la Corona se limita a desempeñar un papel fundamentalmente ceremonial y protocolario, aunque su imagen e influencia en la cohesión y unidad del Estado es más que simbólica.

La transmisión de la monarquía es hereditaria hacia los hijos varones o, a falta de éstos, hacia la hija mayor. El actual reinado corresponde a la Casa de Windsor, la cual ha preservado la Corona desde 1714.


3. Parlamento

El Parlamento británico se compone de dos cámaras: la Cámara baja o de los Comunes y la Cámara alta o de los Lores. La primera se integra en la actualidad con 659 miembros electos directamente por los ciudadanos, ya que en el sistema electoral británico no existe ninguna fórmula de representación proporcional, es decir, se trata de un sistema de mayoría simple.

El periodo máximo de duración de una legislatura se ha modificado en tres ocasiones. En 1694 se estableció como duración un trienio; años más tarde, en 1715, se elevó a siete años para, finalmente, con la promulgación del Parliament Act de 1911, reducirse a cinco, término que permanece hasta nuestros días. Sin embargo, rara vez se completa un periodo ya que, a diferencia de lo que ocurre en otros sistemas parlamentarios como en Australia, Canadá y Nueva Zelanda, en el Reino Unido no existe una fecha determinada para celebrar elecciones generales: el primer ministro puede disolver el Parlamento y convocar a elecciones en cualquier momento de su gestión con el objeto de obtener márgenes mayores de representatividad. El control del primer ministro sobre la fecha en que se lleva a cabo la elección general es, en efecto, una desventaja considerable para la oposición, puesto que debe estar permanentemente atenta para vislumbrar los momentos en que factores políticos, económicos o sociales puedan beneficiar al partido en el poder en una elección. No obstante, algunas restricciones acotan el calendario para celebrar una elección. El mes de abril se reserva para la discusión y aprobación del presupuesto; a principios de mayo se celebran elecciones locales; las fechas de pascua, pentecostés, así como el invierno, no se consideran; y de mediados de junio a mediados de septiembre hay vacaciones. Desde 1945 todas las elecciones generales se han celebrado en tres periodos: el primero de mediados de febrero a marzo; el segundo durante mayo y hasta principios de junio, y el último durante octubre y hasta los primeros días de noviembre. Las elecciones generales se llevan a cabo tradicionalmente un jueves. El primer ministro suele anunciar la disolución del Parlamento y la convocatoria a elecciones con 10 días de anticipación a la fecha en que lo disolverá.

Además de las elecciones generales en las que se elige a la totalidad de los miembros del Parlamento, en el Reino Unido se lleva a cabo una elección particular o extraordinaria llamada by-election, cuya función es sustituir a algún o algunos de los integrantes del Parlamento por cese, renuncia o muerte ocurrida durante una legislatura.

La Presidencia de la Cámara de los Comunes recae en el speaker, funcionario que no es miembro de alguna fracción parlamentaria, quien se encarga de garantizar el cumplimiento de las normas internas de la propia Cámara. Para la organización del trabajo legislativo, ésta se divide en comités o comisiones que pueden estar formados por un mínimo de 16 y un máximo de 50 miembros (dentro de los cuales se encuentra siempre el ministro responsable del área y su correspondiente del gabinete en la sombra. El Parlamento sesiona durante 160 días en total, generalmente en las tardes de lunes a jueves de 2:30 a 22:30 (cuando menos) y los viernes por la mañana.

Como ya se señaló, el gobierno tiene responsabilidad parlamentaria ante el Parlamento de Westminster, quien puede ocasionar su dimisión, expresando la pérdida de confianza en él. Del mismo modo, el primer ministro puede solicitar al soberano la disolución del Parlamento con la mayor discrecionalidad. De esta manera, se observa un verdadero sistema de pesos y contrapesos, expresado en un equilibrio de poderes.

La Corona, el gobierno y los parlamentarios en ambas cámaras tienen capacidad para promover una iniciativa de ley, aunque vale la pena señalar que la mayoría de las iniciativas proviene del primer ministro.

A pesar de que se mantiene el sistema de mayoría simple a una vuelta, que suele propiciar una relación estrecha entre el representante y los electores, en Gran Bretaña no se da una identificación directa entre ellos _como se da en el sistema estadounidense, por ejemplo_ debido a la férrea disciplina partidista entre los miembros del Parlamento, garantizada por los whips (funcionarios partidistas encargados de asegurar la obediencia de sus miembros en el Parlamento), lo que provoca unidad entre los grupos parlamentarios y relega a un segundo plano la lógica de la representación de los intereses específicos de la comunidad de un distrito. A la disciplina partidista hay que añadir que, generalmente, por ser un sistema mayoritario con un formato preponderantemente bipartidista, el partido que triunfa en una elección alcanza mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes, lo cual permite al primer ministro gozar de un margen de maniobra muy amplio para conducir la administración.

La Cámara alta está integrada por más de 1,200 lores, entre los que se encuentran los nobles: duques, marqueses, condes, viscondes o barones; los pares hereditarios de Inglaterra y el Reino Unido; los lores de apelación en ordinario; los pares "vitalicios"; los lores escoceses; los 26 lores espirituales, contando a los arzobispos de Canterbury y York, a los obispos de Londres, Durham y Winchester y a los demás obispos diocesanos de la Iglesia en Inglaterra. Salvo los espirituales, los vitalicios y los judiciales, los demás lores son hereditarios. La presidencia de la Cámara recae en el lord canciller, quien no tiene las facultades disciplinarias del speaker de la Cámara de los Comunes, aunque no las necesita debido a la caballerosidad tradicional y el tono amable en el desarrollo de las sesiones. Los lores acuden a sesionar 150 días al año, en promedio.

Esta Cámara ha visto reducidas sus facultades y atribuciones de manera evidente. Entre las más importantes que aún mantiene figuran: la capacidad de imponer un voto suspensivo sobre la entrada en vigor de las leyes aprobadas por la Cámara baja _con un plazo de treinta días para las relativas a la economía y un año en todas las demás materias_, fungir como corte de apelación, y revisar las actividades del Ejecutivo y la legislación secundaria.

Diversos factores determinan la falta de eficiencia de la Cámara de los Lores. En primer lugar, el que sea de corte aristócrata y no se acceda por elección tiene como consecuencia que sus miembros no representen ningún tipo de distrito o circunscripción, ni presenten alguna vinculación con el territorio o las partes integrantes del Reino. En segundo lugar, los gobiernos no dependen de los favores o del apoyo de los lores para permanecer en el poder y, en tercer lugar, la falta de participación en asuntos económicos limita su poder o influencia políticos. La Cámara alta, por cierto, ha servido para dar una salida digna a ex ministros que ya no forman parte del gobierno. A pesar de estas limitaciones, la calidad de sus miembros y discursos es muy alta, sobre todo por la participación de quienes no reciben el cargo de manera hereditaria, personas mayores con vasta experiencia política que han dejado huella en el servicio público.


4. Gobierno

El jefe de gobierno es el primer ministro. Esta figura recae en el líder del partido mayoritario en la Cámara de los Comunes. Su gabinete está formado por ministros de las diversas carteras de la administración, cuyo número fluctúa entre 15 y 25 miembros, a criterio del primer ministro. Los ministros tienen responsabilidad parlamentaria, esto es, deben informar y rendir cuentas al Parlamento sobre el estado de los asuntos a su cargo. Adicionalmente, existe una diversidad de cargos inferiores y fuera del gabinete que completan la estructura administrativa y que también forman parte del gobierno.


5. Primer ministro

El primer ministro británico encarna una posición política clave: constituye el objetivo central de la competencia electoral. Al decaer el peso de la Corona, el primer ministro, en tanto jefe de gobierno, ha acaparado cada vez mayores facultades y atribuciones, al grado de concentrar prácticamente todo el control político del Estado en su persona.

El último vestigio de la consideración del primer ministro como un primus inter pares (primero entre iguales) es el sentido formal de que todos _él y su gabinete_ son funcionarios de la Corona. Su nombramiento es atribución del monarca, quien formalmente toma en cuenta a la persona más apta para liderear una mayoría estable en la Cámara de los Comunes. En la práctica, esto se ha traducido en que el líder del partido vencedor de las elecciones generales y con mayoría en dicha Cámara sea designado primer ministro. Esto responde a la lógica del principio de mayoría, pues de esta manera se asegura un gobierno representativo del resultado de la elección general que, debido al sistema electoral, usualmente suele contar con la mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes.

En caso de no existir mayoría absoluta, de no celebrarse un acuerdo de coalición entre dos o más partidos, o de carecer el partido mayoritario de un líder incuestionable, entonces el rey podrá escoger al jefe de gobierno utilizando cierto grado de discrecionalidad. Cuando esto sucede, en realidad el Parlamento debe aprobar tal designación al manifestar un voto de confianza al primer ministro recién nombrado. De lo contrario se disolvería el Parlamento y sería necesario convocar a nuevas elecciones. De igual forma, la designación de los demás ministros la realiza el monarca formalmente y, salvo rarísimas excepciones, los nombramientos recaen en las personas propuestas por el primer ministro.

No obstante su gran poder, el primer ministro no aparece reglamentado por algún Act of Parliament sino hasta 1917. Asimismo, las menciones a su oficina en distintos ordenamientos son completamente marginales, refiriéndose principalmente a su salario y pensión.

Un cambio de primer ministro puede ser necesario por renuncia, muerte o destitución del cargo. Esta última posibilidad sobrevendría únicamente en circunstancias excepcionales cercanas a un estado de emergencia en donde la reina estaría obligada a encontrar a la persona idónea para formar un gobierno que enfrentara esa eventualidad. Por su parte, la renuncia se presenta frecuentemente cuando el gobierno ha sido derrotado en una elección general o ha recibido un voto de pérdida de confianza de la Cámara de los Comunes, pudiendo darse también el caso de renuncia por enfermedad, edad avanzada, o por considerarse un obstáculo para la formación de un gobierno de coalición o para su partido.

Entre las actividades propias del primer ministro destaca el ser designado primer lord del Tesoro, a pesar de ser un cargo nominativo, ya que las funciones de tesorero las realiza el canciller encargado de la hacienda pública. Asimismo, se desempeña como ministro del Servicio Civil, y con tal carácter se requiere de su aprobación para que los funcionarios designados asuman la dirección de los departamentos administrativos. Por otro lado, puede prescindir de cualquiera de sus ministros cuando así lo decida, pues para ello sólo requiere solicitar a la reina la separación del cargo. Preside algunos de los comités más importantes formados por distintos ministerios como el de Defensa y Política Exterior y el de Estrategia Económica, y supervisa de manera directa los servicios de seguridad e inteligencia. Además, funge como el conducto natural de comunicación entre la reina y el gabinete.

Una práctica interesante y, en última instancia, de enorme utilidad para el Estado, es que el partido de oposición con mayor fuerza nombra un gabinete en la sombra encargado de vigilar cada uno de los asuntos abordados por los ministros del gobierno; de esta manera se constituye un grupo con el mismo número de integrantes que los nombrados por Su Majestad, cada uno encargado de supervisar las acciones de un ministro. Esto, además de suponer un seguimiento estrecho de las actividades del gobierno, permite que de llegar este partido al poder, los integrantes del gabinete en la sombra por lo regular se convierten en los ministros del nuevo gobierno, con la experiencia y conocimientos necesarios sobre los asuntos del ramo correspondiente.


6. Consejo Privado

El Consejo Privado consiste en una institución de gobierno vieja y tradicional. Actualmente está conformado por 300 consejeros, aproximadamente, considerando a los miembros del Consejo Privado Escocés gracias al Union Act de 1708. Los miembros del gabinete, así como los arzobispos de Inglaterra, el speaker de la Cámara de los Comunes, los lores de apelación en ordinario y ciertos funcionarios públicos destacados son consejeros. A la cabeza se ubica el lord presidente del Consejo, y las reuniones se celebran, por lo general, en el Palacio de Buckingham, normalmente ante la presencia de la reina. En teoría, su función es asesorar al gobierno en los más diversos asuntos, pero cabe señalar que la mayoría de los asuntos que tratan son de mero trámite, aprobando decisiones tomadas en otras instancias.


7. Referéndum

Aparte de las consultas populares locales para resolver asuntos y adoptar decisiones relevantes únicamente para una comunidad específica _como la apertura de cines y edificios públicos_, el referéndum era una práctica desconocida en el Reino Unido antes de los años setenta.

El 8 de marzo de 1973 se llevó a cabo el primer referéndum político en Irlanda del Norte. En esa ocasión se buscaba determinar la permanencia del país como parte integrante del Reino Unido o su anexión a la República de Irlanda. El resultado no fue el esperado: apenas 58% de los electores acudieron a votar, de los cuales casi el 100% manifestaron su deseo de permanecer como súbditos del Reino Unido. De mayor trascendencia, el 5 de junio de 1975 tuvo verificativo el único referéndum a nivel nacional que ha conocido la historia política británica. Con él, la ciudadanía aprobó el ingreso de Gran Bretaña a la Comunidad Económica Europea; el resultado fue afirmativo en los cuatro países. Un tercer ejercicio de democracia directa se realizó en Escocia y Gales cuatro años más tarde, el primero de marzo de 1979, sobre la necesidad de que ambos países contaran con una asamblea propia. El resultado fue dividido: mientras que los galeses votaron decisivamente en contra, los escoceses lo hicieron en favor, pero no lograron obtener el indispensable 40% del electorado que había sido estipulado para proceder al establecimiento de dicha asamblea propia.

Los partidos políticos han planteado en su agenda pública llevar a cabo este tipo de consultas populares. El Partido Conservador propuso que fuera a través de este mecanismo como los ciudadanos decidieran sobre la inclusión del Reino en la Unión Monetaria Europea. Por su parte, el Partido Laborista se ha manifestado en favor de llevar a consulta nacional diversos temas relacionados con reformas constitucionales.


8. Gobierno local

El Local Government Act de 1972 dividía a Inglaterra en el Gran Consejo de Londres, seis condados metropolitanos y 39 no metropolitanos; esta estructura permaneció hasta 1983, cuando el gobierno conservador de Margaret Thatcher disolvió el Gran Consejo de Londres y los condados metropolitanos a través de los Local Government Acts de 1984 y 1985.

Desde 1972, los condados metropolitanos están divididos en distritos metropolitanos, que en total ascienden a 36. Las reformas de los años ochenta no modificaron este arreglo, y tampoco la conformación de los condados no metropolitanos, que continúan divididos en 296 distritos. Tanto los condados como los distritos metropolitanos y no metropolitanos tienen su propio consejo con facultades ejecutivas.

Gales es el único país del Reino Unido regido con una distribución similar a la de Inglaterra, por lo que conserva un total de ocho condados y 37 distritos desde 1972. Por su parte, Escocia se encuentra dividida en tres áreas insulares, nueve regiones y 53 distritos, cada uno con su respectivo consejo. Los consejos son elegidos en bloque cada cuatro años, alternándose las áreas insulares y regiones con los distritos en periodos de dos años. Por último, la situación de Irlanda del Norte es completamente distinta, ya que el gobierno local está conformado por 26 distritos elegidos cada cuatro años mediante un sistema de representación proporcional.


II. Sistema electoral

1. El sistema mayoritario simple

Este sistema se basa en el principio de que la voluntad de la mayoría del electorado es la única definitiva para la asignación de escaños en el Parlamento. El Reform Act de 1885 impuso esta forma de elección para el Reino Unido de Gran Bretaña. Durante los más de cien años transcurridos se han presentado diversas propuestas de reformas para incorporar algún método de representación proporcional para Westminster. Así, desde la aparición del Partido Laborista, primera organización que hizo tambalear el bipartidismo británico, el surgimiento de organizaciones regionalistas o simplemente distintas a este arreglo tradicional es un factor que ha presionado constantemente para conseguir una reforma electoral que amplíe su presencia en la Cámara baja.

El sistema adoptado, el plurality system, dispone que un candidato requiere únicamente obtener en una sola vuelta la mayoría simple en su distrito para ser miembro del Parlamento.

Para determinar el número de distritos electorales se llevan a cabo revisiones periódicas del crecimiento demográfico cada diez o quince años. Para la elección general de 1983 aumentaron quince escaños para llegar a 650 curules, mientras que desde las elecciones de 1997 el total de asientos es de 659.

Eduardo I aprobó un estatuto en 1275, vigente hasta nuestros días, donde se establece que el voto es libre. Por su parte, el derecho al voto se extendió a todos los hombres en 1918 para elegir a los miembros del Parlamento, mientras que a las mujeres les fue negado el sufragio universal hasta una década más tarde. Asimismo, en 1969 la edad mínima para poder ser elector se redujo a 18 años cumplidos. Basta que el ciudadano se identifique con la carta convocatoria a la elección o cualquier credencial oficial para acreditarse como elector, ya que no existe un instrumento específico para ejercer el derecho al sufragio.

En 1985 se extendió el derecho a sufragar a los ciudadanos británicos radicados en el extranjero por hasta cinco años. Cuatro años más tarde, en 1989, obtuvieron este derecho todos aquellos ciudadanos que estuvieran fuera del Reino Unido por un periodo hasta de veinte años. Asimismo, pueden sufragar por correo los vacacionistas que informen acerca de su estancia en el exterior con oportunidad.

Las elecciones generales en las que se elige a todos los miembros del Parlamento constituyen los únicos comicios de nivel nacional. Debido a causas como muerte, incapacidad o cualquier situación que derive en la ausencia permanente o definitiva de uno o varios miembros del Parlamento, se lleva a cabo una by-election para ocupar su(s) lugar(es). Cada año se celebran cinco elecciones de este tipo, aproximadamente.

El Ministerio del Interior asume la máxima autoridad electoral al ser el responsable de llevar el proceso electoral a buen término. Por su parte, las autoridades locales, es decir, los consejos de los condados, levantan el padrón electoral y dirimen las quejas interpuestas por su contenido, mientras que las autoridades de cada distrito eligen a los integrantes de las mesas de votación.

Las campañas electorales han sufrido importantes transformaciones, no tanto por la legislación electoral sino por el desarrollo tecnológico y sociológico de este siglo. Cuatro aspectos parecen haber conseguido un efecto mayor en las elecciones británicas: primero, la revolución del transporte, que permite a los políticos viajar rápidamente por todo el país; segundo, el progreso de los medios masivos de comunicación; tercero, la expansión de la educación, notable en el Reino Unido, especialmente la de nivel superior y, por último, el desarrollo de los partidos políticos como grandes maquinarias electorales centralizadas.

El financiamiento público a los partidos políticos consiste, desde 1975, únicamente en una partida destinada a las actividades parlamentarias de los partidos. El debate impulsado por laboristas y social-liberales en torno a ampliar este apoyo estatal a otras actividades partidistas no ha prosperado debido a la resistencia de los conservadores. En lo que se refiere al financiamiento privado, la legislación establece un tope de gastos de campaña y otro para las erogaciones por parte de personas morales hacia los partidos. Los partidos disponen de tiempo gratuito para difundir mensajes promocionales en los medios de comunicación masiva de propiedad estatal durante los quince días anteriores a la jornada electoral.

Cualquier ciudadano que esté en pleno goce de sus derechos políticos puede inscribirse como candidato, pagando un depósito de 500 libras esterlinas, es decir, no necesita acreditar la postulación de un partido político, sino que participar en las elecciones constituye un derecho ciudadano. Del mismo modo, la legislación es totalmente laxa en relación con las candidaturas comunes o coaliciones, con la única restricción de participar en un distrito exclusivamente. La calificación de las elecciones se realiza en el propio distrito, donde se dan a conocer los resultados oficiales. Las quejas o impugnaciones se dirigen a un tribunal electoral integrado por dos jueces del máximo tribunal del país.


III. Sistema de partidos

Los orígenes de los partidos políticos en el Reino Unido se remontan a la segunda mitad del siglo xvii, cuando ocurre una profunda división entre los miembros del Parlamento, antes de la Revolución de 1688. De esta manera, los parlamentarios se ubican en dos grupos conocidos como tories y whigs. Los primeros, conservadores vinculados con el clero y la nobleza, no querían ver disminuida la autoridad de la Corona frente al Parlamento, mientras que los whigs se identificaban con las nuevas clases sociales aparecidas en las ciudades, cuya idea era la superioridad del Parlamento frente a la Corona. Cada uno de estos grupos creció y se robusteció para dar lugar a los primeros partidos políticos británicos. Tal es el caso del Partido Conservador, fundado por los tories, y del Partido Liberal, creado por los whigs.

Durante los cincuenta años comprendidos entre las Reform Acts de 1832, 1867 y 1884, con las cuales se otorga el derecho al voto a las clases medias y trabajadoras urbanas y rurales, los partidos políticos inician un proceso de consolidación interna para convertirse en organizaciones de políticos profesionales en busca de conquistar el voto de los nuevos grupos de electores.

Los partidos políticos británicos, aunque con ciertas diferencias, cuentan con una estructura orgánica similar. Tanto los conservadores como los laboristas y los liberales concentran en una dirigencia nacional las decisiones políticas fundamentales. Los miembros del Parlamento son, a la vez, las figuras más relevantes dentro del partido, lo que aunado a la disciplina de voto que observan los parlamentarios menos poderosos _back benchers_ en el ejercicio de su mandato, contribuye a que este grupo selecto concentre las grandes decisiones legislativas y partidistas. En los tres principales partidos, el liderazgo de la fracción parlamentaria en la Cámara de los Comunes y el del partido recaen en la misma persona.

Para la selección de candidatos a puestos de elección popular, los partidos tienen bases organizadas en cada distrito electoral con posibilidades de elegir a su candidato, debiendo ser aprobada esta selección por la dirigencia nacional.

Los partidos políticos carecen de un ordenamiento específico que regule sus actividades. La legislación electoral en el Reino Unido se refiere a los candidatos y electores, pero no a la participación y actividades electorales de los partidos. Esta falta de reglamentación se ilustra con el hecho de que no fue sino hasta 1969 que se incluyó la filiación partidista de los candidatos en las boletas electorales.

El financiamiento de los partidos es fundamentalmente privado, pues la legislación no contempla ningún tipo de financiamiento público, salvo una compensación para las actividades parlamentarias de los partidos. Las aportaciones sustantivas son producto de cuotas o donaciones de sus militantes, tanto individuales como corporativas a través de sus organizaciones afines.

En las últimas dos décadas las preferencias electorales han registrado cambios acentuados. Antes de los años setenta, tres cuartas partes de la ciudadanía afirmaba votar por un mismo partido en elecciones subsecuentes. Por el contrario, a últimas fechas es cada vez más alto el número de electores que no se siente comprometido con un determinado partido político y, en efecto, se ha producido un fenómeno de enorme volatilidad entre el electorado.


1. Principales partidos políticos

1.1. Partido Conservador (Conservative Party)

Seguidores del pensamiento de Edmund Burke, esta organización es el resultado de la evolución de los tories. Su nacimiento formal se presenta casi inmediatamente después de que se otorga el derecho de voto a las clases medias con el Reform Act de 1832, al integrar un grupo parlamentario sólido antes de contar con un aparato o estructura partidista.

Sir Robert Peel se convirtió en la figura clave para la primera época del Partido Conservador y lo transformó en una avanzada organización político-electoral que pretendía amalgamar una ideología del orden y la ley con una propuesta de reforma moderada. A mediados de siglo, en 1846, se desencadenó una profunda división interna de la cual surgió como dirigente partidista Benjamin Disraeli. Mediante su dirección, el partido optó por acercarse a las clases medias al promover, por ejemplo, la obtención del derecho de voto para los trabajadores, el cual quedó asentado en el Reform Act de 1867. Asimismo, Disraeli impulsó una decidida política imperialista y consolidó al Partido Conservador como una opción pluriclasista, agradable para los sectores industriales y comerciales. En este periodo, los conservadores lograron adaptarse a los cambios y transformaciones con que concluyó el siglo xix, sin dejar de lado la esencia de su ideología individualista.

En los primeros años del presente siglo, las discusiones respecto de temas como la negativa de otorgar cualquier grado de autonomía a Irlanda del Norte, así como la situación que prevalecía en las colonias inglesas, la cual culminó en la guerra de los Böers en Sudáfrica durante los gobiernos conservadores de los primeros ministros Salisbury y Balfour, provocaron una severa crisis en el interior del Partido Conservador. La crisis propició su desplazamiento del poder, y no fue sino hasta el fin de la Primera Guerra Mundial que lo recuperaron, permaneciendo en él, prácticamente sin interrupciones, hasta 1945.

En la primera elección general de la segunda posguerra los conservadores recibieron una contundente derrota y permanecieron fuera del gobierno por seis años. En este periodo, el partido se reorganizó con el liderazgo formal de Winston Churchill, pero fundamentalmente gracias a Harold MacMillan, quien desplegó un profundo programa de renovación político-electoral dentro de la organización. Así, el partido desarrolló una estrategia en la cual se adecuaba la concepción del Estado benefactor sin abandonar la idea de la importancia de la iniciativa privada. Con este sello, el Partido Conservador amplió definitivamente su universo de ciudadanos afines, al permitir a las distintas clases sociales sentirse

identificadas con su propuesta programática, lo que le facilitó llegar al poder tras la elección general de 1951, con Churchill como primer ministro. En la segunda mitad de los cincuenta, el Reino Unido se encontraba en una difícil situación económica que se acentuó en los primeros años de la década de los sesenta, la cual contribuyó a la derrota electoral que sufrió el Partido Conservador en la elección general de 1964.

Las décadas de los sesenta y setenta fueron particularmente crudas para los conservadores, aunque cabe destacar que de 1970 a 1974 recuperaron el gobierno con Edward Heath como primer ministro. Heath pretendió dotar de una nueva cara al Partido Conservador, mientras que sus intentos por atacar las políticas socializantes, que apuntalaban el Estado benefactor, de sus antecesores laboristas en el gobierno resultaron infructuosos.

Margaret Thatcher asumió la dirigencia del partido en 1975, después de cuatro años de la poco afortunada gestión de Heath. "La mujer de hierro" _como se le conoció_ no dudó en rechazar al Estado benefactor. En ese sentido, propuso políticas neoliberales como la reducción del Estado a su mínima expresión y el desmantelamiento del aparato de seguridad social propio del modelo keynesiano de Estado benefactor, inmerso en una crisis que trascendía las fronteras del Reino Unido.

Thatcher permaneció once años al frente del gobierno, de 1979 a 1990. Su política neoliberal logró finanzas públicas sanas y una economía con crecimiento sobre la que se impulsó el desarrollo británico de los ochenta, aunque con un elevado costo social, según sus críticos. Posteriormente, la aparición de una nueva crisis económica, la falta de atención de los servicios sociales y, sobre todo, su impopular intención de hacer efectivo un impuesto comunitario conocido como poll tax, produjo la irremediable salida de Thatcher del gobierno. Su mandato concluyó en 1990 cuando su correligionario John Major la sustituyó como primer ministro británico.

No obstante las difíciles condiciones económicas, en 1992 John Major consiguió una victoria incuestionable para el Partido Conservador en las elecciones generales; sin embargo, en 1997 sufrió el más duro revés electoral del que hayan tenido noticia los conservadores a lo largo de la historia.

En la agenda del Partido Conservador está previsto impulsar una serie de políticas de mano dura considerable: en materia de procuración de justicia, férrea persecución del delito al imponer medidas enérgicas y sanciones severas a los criminales; en lo que se relaciona con políticas de migración, frenar la inmigración con restricciones mayores, y finalmente, en cuanto a política exterior, establecer una estrecha relación de cooperación con Estados Unidos.

Los conservadores mantienen serias dudas sobre la pertinencia de una eventual reforma constitucional. Se oponen a una modificación del sistema electoral que suponga alguna fórmula de representación proporcional, por mínima que sea, o a la posible desaparición de la Cámara de los Lores.

En su organización interna, el Partido Conservador cuenta con comités distritales en cada distrito electoral de Inglaterra, Escocia y Gales, los cuales se reúnen cada año en la Conferencia General de la Unión Nacional de Asociaciones Conservadoras, supuesta máxima instancia del partido, que ha estado subordinada generalmente a la dirigencia nacional.

La elección del líder del partido ocurre anualmente con la asistencia de sus miembros en el Parlamento. Si en la primera ronda algún candidato logra una superioridad de 15% de ventaja sobre la votación de su contrincante, automáticamente se convierte en líder. De no presentarse este supuesto, se lleva a cabo una segunda ronda, en la cual el triunfador requiere de mayoría absoluta. Si no lo logra, se efectúa una tercera ronda, cuyos resultados son definitivos, en la que los miembros del Parlamento se pronuncian tanto por una primera opción como por una segunda.

El dirigente nacional tiene la facultad de designar al secretario general, a los altos funcionarios de la oficina central, del Departamento de Investigación, así como a los miembros del gabinete oficial o en la sombra, si se está en la oposición.


1.2. Partido Laborista (Labour Party)

La fundación del partido se llevó a cabo casi paralelamente al nacimiento de este siglo. Se eligió a Londres como sede para que, con la asistencia de buena parte de las agrupaciones sindicales, la Federación Socialdemócrata, el Partido Laborista Independiente y la Sociedad Fabiana, se creara el Comité Laborista de Representación. Al contrario de lo que sucedió con los conservadores, los laboristas contaron con una estructura de masas desde el principio. Seis años más tarde, en 1906, esta organización se convirtió en el Partido Laborista, con James Ramsey MacDonald como secretario general. Aún en su primera época, el Partido Laborista presentaba un proyecto de reformas sociales de tipo moderado, como reflejo natural de la cercanía de la organización con los sindicatos.

Al concluir la Primera Guerra Mundial el partido sufrió una reestructuración interna significativa en la que se definió a la organización como progresista, al consolidar su identificación con la clase trabajadora y representar una verdadera opción frente a los conservadores. Así, en 1922 el Partido Laborista se constituyó por primera vez como la oposición parlamentaria del gobierno británico. Dos años más tarde, durante un lapso menor a un año, MacDonald encabezó un gobierno minoritario, y para 1929 logró su segundo periodo como primer ministro al conquistar 288 curules en la Cámara de los Comunes. Poco tiempo después, el partido entró en una grave crisis provocada por la decisión de MacDonald de formar un gobierno plural de coalición con los conservadores. Diversos sectores del partido que se encontraban inconformes forzaron la salida de MacDonald de la dirigencia nacional. Con este cambio, Clement Atlee se convirtió en el líder laborista. Durante su gestión modernizó la plataforma programática de la organización. Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, y con el temor por la creciente fuerza que acumulaba Adolfo Hitler, Winston Churchill convocó, como primer ministro británico, a destacados cuadros laboristas _entre los que se encontraba Atlee_ a formar parte de un gobierno de unidad nacional que hiciera frente a los nazis. El trabajo partidista de Atlee logró imprimir un giro al Partido Laborista, el cual sirvió a la organización para tomar una posición ante la opinión pública como una clara opción de gobierno viable para el futuro.

Ya en la posguerra, los laboristas presentaron un proyecto de reformas de tipo económico-social que contemplaba un Estado benefactor, preocupado por el empleo, que regulara la economía directamente. Estas modificaciones produjeron un gran éxito electoral para los laboristas, quienes triunfaron holgadamente en 1945, en la primera elección después de terminado el conflicto, lo cual permitió a Atlee permanecer por seis años al frente del gobierno de Su Majestad. Los cambios consumados en la administración 1945-1951 resultaron atractivos y compartidos, en buena medida, por los gobiernos conservadores posteriores.

La década de los cincuenta significó un periodo de reestructuración interna para los laboristas. En efecto, aun sin lograr el acceso al poder sino hasta 1964, Hugh Gaitskell se dio a la tarea de reorganizar la estructura partidista, a fin de hacerla más pragmática, lo cual frenó las escisiones y divisiones internas prevalecientes.

Harold Wilson sucedió a Gaitskell al frente del partido, obteniendo la mayoría electoral en cuatro ocasiones y fungiendo como primer ministro durante ocho años, hasta que, aún en funciones, se retiró de la política en 1976. Su lugar fue ocupado por James Callaghan, tanto en el partido como en la primera magistratura. Ambos, Wilson y Callaghan, pretendieron reducir la influencia y cercanía de los sindicatos con el partido, pero ello les acarreó protestas de un número relevante de miembros del Parlamento y de ciertos cuadros del Comité Ejecutivo Nacional, quienes planteaban una identificación mayor con la izquierda.

Callaghan fue derrotado en los comicios de 1979. El ala radical del partido forzó su dimisión como líder e impuso a Michel Foot en su lugar. El Partido Laborista sufrió una nueva era de reformas con la consiguiente escisión de varios miembros del Parlamento de corte moderado, quienes fundaron el Partido Socialdemócrata. Las divisiones internas se agudizaron durante los meses siguientes y ya para las elecciones de 1983 el Partido Laborista se había debilitado a tal medida que fue derrotado con facilidad. Nuevamente, hubo un cambio en la dirigencia. Neil Kinnock, como líder, redefinió al partido para presentarlo como una opción moderada que fuera atractiva para el electorado. Aunque no consiguió el gobierno, el mérito de Kinnock fue alejar los vientos de la desintegración después de la derrota sufrida en la elección general de 1987. Su proyecto se centró en afrontar los problemas nacionales de modo conciliador, ubicando al Partido Laborista como una opción atractiva para el electorado anticon-servador poco identificado con la izquierda de Foot. Kinnock se retiró en 1992 después de ser derrotado en la elección de ese año. Lo sucedió John Smith, quien promovió la modernización del partido al reducir la influencia de los sindicatos en dos aspectos fundamentales: la elección de candidatos a puestos de elección y la conformación de la dirigencia nacional.

John Smith falleció en 1994. Su lugar fue ocupado por Tony Blair, quien ha sido capaz de modernizar al Partido Laborista en forma definitiva. Blair redujo a su mínima expresión la influencia sindical, imprimió una ideología propia al partido, distante del socialismo estatizador, y trazó una ruta programática de corte moderado. Con estas modificaciones trascendentes, los laboristas recuperaron su fuerza electoral en 1997, derrotando ampliamente a los conservadores tras casi veinte años de no conformar un gobierno.

El Partido Laborista tiene una cadena de estructuras a distintos niveles claramente diferenciados en cuanto a la organización interna. En la base se encuentran las asociaciones distritales, sobre las cuales existen once consejos regionales que, conjuntamente, conforman el partido nacional. La Conferencia Anual, el Comité Ejecutivo Nacional y el así llamado Partido Laborista Parlamentario constituyen las instancias fundamentales para la toma de decisiones.

La Conferencia Anual es el órgano máximo de dirección del partido. En su integración intervienen las instancias distritales, así como los delegados de cada organización social afiliada. Su funcionamiento se lleva a cabo a través de votaciones en las cuales a cada corporación corresponde un número idéntico de votos al número de afiliados que aporte al partido. Esto provoca que los sindicatos representen casi nueve de cada 10 votos.

El Comité Ejecutivo Nacional funciona, a la vez, como órgano directivo cuando no se encuentra reunida la Conferencia Anual y como brazo ejecutor de las directrices de la propia Conferencia. Ésta decide su integración: doce miembros son nombrados por los sindicatos, siete por las asociaciones distritales y uno por las cooperativas.

Componen el Partido Laborista Parlamentario los miembros integrantes del Parlamento. Anteriormente les correspondía a ellos la elección del líder del partido, pero a partir de 1981 se nombra un colegio electoral tripartita, en donde las asociaciones distritales, los sindicatos y el propio Partido Laborista Parlamentario eligen por mayoría absoluta al dirigente máximo.

Para ser militante del Partido Laborista existen dos vías. De manera individual sólo hace falta registrarse en cualquier oficina o centro partidista a nivel nacional, regional o local. Por otro lado, los miembros de todas las organizaciones sociales vinculadas con el partido se encuentran inscritos como afiliados.

La fuerza electoral del pl reside en los trabajadores sindicalizados y en ciudadanos de escaso poder adquisitivo. Marginalmente, hay cierta identificación de los jóvenes hacia la organización, así como de ciertos segmentos de la clase media, sobre todo urbana. El voto laborista se localiza fundamentalmente en los desarrollos industriales y en las grandes ciudades. La parte norte de Inglaterra, Escocia y Gales constituyen las regiones más favorables para el partido.

Los sindicatos y algunas de sus organizaciones afiliadas proporcionan el mayor volumen de recursos para el financiamiento del pl, que también cuenta con las contribuciones individuales de sus afiliados, aunque en menor medida.


1.3. Partido Social y Liberal Demócrata

Fundado en marzo de 1988, cuando se concreta la fusión del Partido Liberal con el Partido Socialdemócrata iniciada siete años atrás, se plantea como una opción intermedia entre los partidos tradicionales, ubicada en el centro del espectro político, opuesta a la derecha representada por el Partido Conservador y sin comulgar con el corporativismo sindical de los laboristas.

El Partido Liberal aparece en la segunda mitad del siglo pasado como producto del desarrollo de los whigs, quienes impulsaban el predominio del Parlamento sobre la Corona y juzgaban aberrante la idea de un rey católico como sucesor de Carlos II. Por su parte, un reducido núcleo de laboristas inconformes con la gestión de Foot al frente de la organización laborista crean el Partido Socialdemócrata en 1981.

El Partido Liberal recogió los postulados de tres importantes filósofos del siglo xix: Jeremy Bentham, Herbert Spencer y John Stuart Mill. Sus dos grandes banderas de reforma política fueron, desde el principio, el reconocimiento de los derechos civiles y la extensión del derecho de voto. En 1868 los liberales llegaron al poder con William Gladstone como primer ministro. Su gobierno impulsó y consumó la reforma electoral de 1885 y promovió diversas modificaciones para ampliar la tolerancia religiosa, así como para liberalizar la economía; en el mismo sentido, instrumentó medidas tendientes a proporcionar márgenes mayores de autogobierno a Irlanda. El Partido Liberal se escindió tras la propuesta formulada por Gladstone de otorgar a Irlanda la posibilidad de su autorregulación, fundándose así el Partido Liberal Unionista en 1886.

Los liberales no se repusieron de la crisis hasta el presente siglo. En 1905 regresaron al poder e impulsaron diversas reformas a través del gobierno del primer ministro Henry Asquith. Una de las medidas más radicales y más conocida fue la instrumentación del llamado presupuesto del pueblo, el people's budget. Esta reforma contenía principalmente dos elementos: por un lado, imponía un aumento en los impuestos de las clases altas y, por otro, el excedente producto de esa medida se utilizaba para desarrollar un programa de subsidios populares. El presupuesto destinado al pueblo tuvo una acogida favorable en la Cámara de los Comunes; sin embargo, la Cámara alta lo vetó, pero su impacto no se detuvo ahí. Los miembros del Parlamento aprobaron el Parliament Act de 1911, que reducía notoriamente la facultad de veto de los lores.

El hecho de que el partido no tuviera identificación con una determinada clase social que encontrara sus demandas plasmadas en su plataforma programática, así como la falta de organización en su interior y, principalmente, las reformas promovidas por Gladstone, provocaron una nueva escisión.

El nacimiento del Partido Laborista y su ubicación como una propuesta progresista atractiva para la clase trabajadora desplazó a los liberales como contrapeso natural del Partido Conservador.

Sin embargo, las divisiones internas aparecieron nuevamente. En 1916 se presentó una fractura que provocó que el partido fuera relegado hasta el tercer lugar electoral seis años más tarde. En 1923 se intentó reunificar al partido, pero ya no consiguió ser nada más que una tercera fuerza, pequeña y reducida a la expresión parlamentaria.

Fue en la década de los setenta cuando el Partido Liberal recobró su presencia. Con Jeremy Thorpe como líder, la organización se presentó como una opción radical atractiva para el electorado. En efecto, los problemas internos de partido, así como el desgaste natural que supone ser gobierno _que sufrían los conservadores y los laboristas_ le dieron al Partido Liberal el espacio necesario para resurgir electoralmente. De esta manera, los liberales consiguieron cerca de 20% de la votación en 1974.

El nacimiento del Partido Socialdemócrata en 1981 significó una competencia natural puesto que pretendía representar una nueva posición de centro con una opción reformista, aunque moderada, como oferta electoral. Ambas organizaciones pactaron la constitución de la Alliance. Su fuerza electoral decreció, aunque valió para obtener un 25% de la votación total en las elecciones de 1983, con una representación en la Cámara de los Comunes ligeramente superior al 2%. Para las elecciones de 1987, la Alliance constituyó la primera fuerza opositora del gobierno conservador. El primer dirigente de esta organización fue Roy Jenkins, antes cercano colaborador de Harold Wilson. Jenkins dejó su lugar a David Owen, otrora miembro del gabinete de Callaghan, quien tomó las riendas del partido después de la elección de 1983.

Para la segunda mitad de los ochenta, se había revertido ya la buena marcha inicial de los socialdemócratas. Su muy reducida popularidad indicaba la seria posibilidad de desaparecer, lo que los orilló a firmar su fusión con el Partido Liberal en 1988. Esta idea no fue aceptada por Owen, quien promovió la permanencia de la organización durante dos años más, hasta que finalmente el Partido Socialdemócrata se desintegró.

Entre las principales reformas promovidas por el Partido Social y Liberal Demócrata se encuentran la determinación de fechas para celebrar las elecciones, la elección democrática de los Lores y la integración de los órganos de representación con un sistema proporcional; asimismo, impulsa una mejoría en la seguridad social y la descentralización de la administración pública.

Un verdadero problema tanto de los liberales como de los socialdemócratas lo constituye la falta de identificación de sus postulados con un grupo social específico. Su poca clientela se encuentra, preferentemente, aunque sin representar niveles elevados, entre obreros y ciertos grupos religiosos minoritarios. En cuanto a su distribución geográfica, el Partido Liberal mantiene ligas más fuertes con grupos ubicados en Gales, Escocia y determinados suburbios de Londres, principalmente, mientras que la socialdemocracia encuentra su bastión en algunos distritos sureños de Inglaterra.

Los social-liberales se encuentran prácticamente condenados a permanecer como una fuerza marginal muy distante de los conservadores y laboristas, a no ser que prospere una reforma electoral que contemple un sistema proporcional de distribución de escaños parlamentarios.

La preparación del Partido Social y Liberal Demócrata con la dirección de Paddy Ashdown para las recientes elecciones de 1997 consistió en enfocar sus esfuerzos hacia aquellos distritos con la fuerza electoral conservadora más reducida. Esta estrategia le dio buen resultado, ya que permaneció prácticamente con el mismo porcentaje de sufragios alcanzados en la elección anterior, la de 1992.


1.4. Partido Nacionalista de Gales (Playd Cymru)

Organización fundada en 1925 que, sin dejar de ser una estructura de corte regionalista, pretende recobrar posiciones culturales, es decir, promueve la cultura propia y el idioma galés, mientras que en el aspecto político busca establecer una asamblea local sin separarse del Reino Unido. En las zonas rurales se localiza la mayor parte de sus seguidores.


1.5. Partido Nacional Escocés

Su fundación se produce de la fusión del Partido Escocés con el Partido Nacional de Escocia en 1934. El primero, promotor de reformas políticas, mientras que el segundo, dirigido a reclamar cuestiones culturales y económicas.

Sus posiciones electorales se han limitado a unos cuantos miembros del Parlamento desde el término de la Segunda Guerra Mundial. Este partido reclama el derecho de los escoceses a autogobernarse con un esquema socialdemócrata y el reconocimiento de Escocia como Estado independiente por parte de la comunidad internacional, lo que supone la creación de un parlamento propio y el ingreso a las Naciones Unidas.

La propuesta de sostener la independencia escocesa se manifestó como iniciativa partidista en las pasadas elecciones de 1997. Desde el rotundo "No" al referéndum que planteaba la posibilidad de autogobierno para Escocia y Gales en 1979, la posición de los nacionalistas escoceses ha decrecido. Hacia 1997, el partido obtuvo seis curules en el Parlamento de Westminster, el doble de los asientos obtenidos en la elección de 1992, donde las expectativas del Partido Nacional Escocés parecían más ambiciosas.


1.6. Partidos norirlandeses

Los partidos Unionista del Ulster (puu), Unionista Democrático (pud) y Progresista Unionista del Ulster (ppuu) han sido las principales agrupaciones unionistas tradicionales.

El ppuu constituye la principal fuerza. Su ideología absolutamente conservadora promueve la permanencia de Irlanda del Norte como parte de la Gran Bretaña. Por su parte, el pud nace como una división del grupo más radical del puu en 1971. Su postulado principal es promover el fortalecimiento de las relaciones con el Reino Unido a ultranza, con un sentimiento anticatólico muy intenso. Del mismo modo, el origen del ppuu se debe a una fricción interna en donde el ala moderada del puu se deslinda, creando una nueva organización hacia 1979.

En el otro extremo se encuentran el Partido Socialdemócrata y Laborista y la organización Sinn Fein, "nosotros libres". Sus estructuras se orientan hacia la meta de conseguir la unificación de la región del Ulster con la República de Irlanda. Las dos se inclinan en favor de la religión católica.

El Partido Socialdemócrata y Laborista integró a varios partidos católicos bajo sus siglas en 1970. La principal distinción entre ambas organizaciones se manifiesta en que el partido no pretende la unificación a toda costa sin importar los medios; por el contrario, mantiene la lucha en los cauces institucionales permitidos. En cambio, el Sinn Fein constituye una formación extremista considerada como el brazo político del Ejército Republicano Irlandés.


IV. Anexo estadístico*

Geografía

Área

 241,752 km2.

Extensión total de las fronteras

 438 km.

Extensión total de las costas

 3,100 km.

Capital

 Londres.

Población nacional (1995)

 58,605,800 habitantes.

Población en las principales ciudades

 Londres (7,007,100), Birmingham (1,017,500), Leeds (725,000), Glasgow (674,800), Sheffield (528,500), Bradford (482,700), Liverpool (470,800), Edimburgo (447,600), Manchester (432,600), Bristol (400,700).

Densidad

 242.4 habitantes por km2.

* Fuentes: Para resultados electorales anteriores a 1991 se utilizó el International Almanac of Electoral History, Thomas Mackie y Richard Rouse, Congressional Quartely, Baltimore, Mayland, 1991. Para los resultados electorales posteriores a 1991 y datos sociodemográficos, véase Encyclopaedia Britannica, Book of the Year, 1992-1998.

 

Demografía y sociedad

 

Población urbana

 91.5%.

Población rural

 8.5%.

Distribución de la población por sexo

 hombres 48.82%, mujeres 51.18%.

Distribución de la población por edades

 menos de 15 años, 19.2%; 15-29, 22.5%; 30-44, 21.0%; 45-59, 16.6%; 60-74, 13.7%; y más de 74, 7.0%.

Tasa anual de natalidad (1995)

 12.5 nacimientos por cada mil habitantes.

Tasa anual de mortalidad

 10.9 defunciones por cada mil habitantes.

Proyección de la población

 año 2000, 59,021,000; año 2010, 59,962,000.

Extranjeros

 total de la población 5.9%; irlandeses 1.0%, caribeños 0.5%, pakistaníes 0.4%.

Religión

 anglicana (56.8%), católica (13.1%), presbiteriana (7.0%), metodista (4.3%), bautista (1.4), musulmana (1.4%), judía (0.8%), hindú (0.7%), sijh (0.4%), ateísmo y no religiosos (8.8%).

Idioma oficial

 Inglés.

Moneda

 libra esterlina (l) = 100 nuevos céntimos.

Población económicamente activa

 28,410,000 personas.

Actividad de la población económicamente activa por sectores

 agricultura 1.2%, industria 36.7%, servicios 62.1%.

 

Economía

 

Producto Interno Bruto (pib) (1996)

 1,034,600 millones de dólares.

Crecimiento anual del pib (1995)

 2.3%.

Balanza comercial (1996)

 exportaciones 190,100 millones de dólares; importaciones 221,000 millones de dólares.

Principales socios comerciales (1996)

 exportaciones Unión Europea 56%, Estados Unidos 11.4%, países en vías de desarrollo 19.0%.importaciones Unión Europea 52.2%, Estados Unidos 11.0%, países en vías de desarrollo 16.2%.

Forma de gobierno

 Monarquía constitucional y parlamentaria.

Principales partidos políticos

 Partido Conservador, Partido Laborista, Partido Social y Liberal Demócrata, Partido Nacional Escocés, Plaid Cymru (nacionalista galés).

Fiesta nacional

 21 de abril, cumpleaños de la reina.

Fuerzas armadas (1996)

 total de efectivos 221,000 (ejército de tierra 49.5%, marina 21.2%, fuerza aérea 29.3%)

Organismos internacionales en los que participa

 ue, onu, otan, Consejo de Europa, Unión de Europa Occidental, Grupo de los 7, Commonwealth, Consejo sobre Seguridad y Cooperación en Europa, ocde.

 

Jefes de Estado del Reino Unido desde 1936

Jorge VI (1936-52)

Isabel II (1952- )

Primeros Ministros del Reino Unido desde 1945

Clement Attlee (laborista) 1945-1951

Winston Churchill (conservador) 1951-1955

Anthony Eden (conservador) 1955-1957

Harold MacMillan (conservador) 1957-1963

Alec Douglas Home (conservador) 1963-1964

Harold Wilson (laborista) 1964-1970

Edward Heath (conservador) 1970-1974

Harold Wilson (laborista) 1974-1976

James Callaghan (laborista) 1976-1979

Margaret Thatcher (conservadora) 1979-1990

John Major (conservador) 1990-1997

Tony Blair (laborista) 1997-

 

Conformación partidista de la Cámara baja del Parlamento, House of Commons, tras las elecciones de mayo de 1997

Partido

 Escaños

Partido Laborista

 419

Partido Conservador

 165

Partido Social y Liberal Demócrata

 46

Partido Unionista del Ulster

 10

Partido Nacionalista Escocés

 6

Plaid Cymru

 4

Partido Socialdemócrata y Laborista

 3

Partido Unionista Democrático

 2

Partido Unionista del Reino Unido

 1

Sinn Fein

 2

Otros

 1

Total

 659


Bibliografía

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