V Foro de la Democracia Latinoamericana

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Gobernabilidad de la democracia: ciudadanía, economía y política

América Latina se ha convertido en un escenario donde las dinámicas económicas y políticas desde al menos hace tres décadas, han generado profundas modificaciones en la estructura institucional del gobierno y, sobre todo, en el tejido social. A partir del año 2000, estas dinámicas se intensificaron, y con la bonanza económica que emprendió la región desde 2005, América Latina se ha convertido en un foco de crecimiento económico a nivel mundial.

Sin embargo, la crisis global  dejó sentir sus efectos también en esta región, aunque tardíamente. Las reacciones a la recesión variaron profundamente de país a país, no obstante, una constante fue que aquellos países que apostaron por cuidar el capital social, fueron aquellos que mejor y más rápidamente estabilizaron sus economías ante la dinámica mundial.

A pesar de ello, los números no dejan de ser llamativos, la pobreza regional se redujo del 40% en 1980 al 28% en 20131, sin embargo, América Latina continúa siendo la región más desigual del mundo. Es decir, la estabilidad macroeconómica no ha encontrado su correlato en la distribución del ingreso con la finalidad de generar una sociedad más justa. Esto tiene que ver con un modelo económico que ha regido el actuar en este sector no sólo en Latinoamérica sino a nivel mundial. Como lo dice Felipe González: "La economía de mercado se convirtió en sociedad de mercado y la política fue expulsada de su papel…"2.

No obstante, las crisis han vuelto a poner en el centro a la política como soporte esencial del mercado y del sistema social en su conjunto. Las intervenciones gubernamentales ante las recesiones de la economía se han extendido a nivel mundial, principalmente en Estados Unidos y los países de la Unión Europea, modificando las dinámicas acostumbradas entre economía y política.

En conjunto, crecimiento económico regional, recesión global y el resurgir de la política, han servido de escenario para el florecimiento de una dinámica social mucho más vigorosa que en épocas anteriores en América Latina. En este contexto, la ciudadanía ha emergido como un actor político que presiona con mayor fuerza en la esfera pública y se encuentra en camino de definir la agenda con más peso que antes.

El Estado, por sí mismo, ya no puede afrontar la gran variedad de problemas económicos, sociales y políticos; por ello, es pertinente preguntar: ¿quién tiene el poder en América Latina? ¿Qué lugar ocupan los poderes fácticos al margen del estado de derecho representativo? Hoy día tenemos mayor y mejor representación política que legitima su origen pero que es débil para enfrentar los poderes fácticos que son cada vez más fuertes y difíciles de doblegar.

Esto ha dado una variedad de temas que es importante analizar a la luz de las nuevas configuraciones en la región como espacios de oportunidad para el fortalecimiento de la democracia. Es interesante observar una América Latina dividida en este sentido, entre aquellos que han apostado por el mantenimiento del modelo económico y aquellos que han variado teniendo impactos sociales positivos; entre aquellos que han apostado por la apertura de la política a la ciudadanía y los que la han mantenido cerrada con su correspondiente déficit en la política de partidos.

En este escenario, nuevos actores se han adueñado de la arena pública y han abierto la demanda democrática en el ámbito político. Por una parte, los jóvenes y los medios de comunicación en masa, a través de las redes sociales y el internet, han generado nuevas presiones reposicionando viejas demandas sociales. Por otro lado, la perspectiva de género en su visión más amplia, ha puesto el acento sobre temas esenciales como la inclusión social y la diversidad, pero al mismo tiempo, se erige como una demanda ciudadana por la ampliación de espacios en democracias con mayor rango de representación. Es, sin lugar a dudas, una perspectiva que debe acompañar las discusiones en diversos ámbitos para el fortalecimiento de la democracia futura.

Los nuevos reclamos sociales que se han observado en Brasil, Chile, México, apuntan hacia un tipo de demandas cuyo eje ya no son los partidos políticos o los sindicatos, sino las movilizaciones ciudadanas, espontáneas, iniciadas por jóvenes y disparadas por el uso de la tecnología.

La intermediación entre Estado y sociedad tiene nuevos actores, medios de participación, de convocatoria y movilización. Ante ello, el Estado y la política no terminan aún de establecer modelos de cooptación, conducción y atención hacia esas innovaciones sociales. Por el contrario, algunos gobiernos han recurrido al expediente autoritario de la represión.

La compleja situación interna de nuestros países, más la situación internacional –la inestabilidad económica internacional y el dominio del capital especulativo–, representan un enorme riesgo a la democracia y al Estado. Al perpetuar la desigualdad, el Estado está provocando una profunda secuela de inestabilidad, incertidumbre y pesimismo social respecto del presente y de nuestro futuro.

Existe otro factor que debilita aún más la acción del Estado y de las políticas públicas. Ante la globalización de las comunicaciones, de una mayor información vía los nuevos recursos tecnológicos, se produce un mayor aislamiento desde la perspectiva de la solidaridad y de la cohesión social. Sociedades más globalizadas pero ciudadanos más aislados.

Sin embargo, en materia de democracia electoral, la región se caracteriza por mantener su fortaleza institucional. Los organismos electorales cada vez son más robustos y profesionales. Hay garantías políticas y cívicas suficientes para garantizar la limpieza del sufragio. Aun cuando este activo institucional no es menor, los organismos electorales enfrentan serios retos para garantizar la equidad, la transparencia y la vigilancia sobre el uso del dinero en la política.

Estas transformaciones en la región abren la discusión sobre el rumbo que pudiera tomar la democracia en este nuevo contexto de apertura mundial y reconducción de la política, en un momento donde la sociedad reclama mayores espacios de representación y participación política. No son sólo los retos de llevar a cabo elecciones libres y transparentes, sino que éstas se conviertan realmente en  un vehículo para construir sociedades más justas y equitativas.

De esta forma, el trinomio economía, ciudadanía y política articulan una nueva fase del desarrollo de la democracia en América Latina, constituyéndose en pilares esenciales para pensar la actualidad y futuro de nuestras sociedades.

El V Foro de la Democracia Latinoamericana pretende ser un escenario de reflexión e intercambio de opiniones, desde la pluralidad, sobre la actualidad de la región. Por ello, convoca a personalidades políticas, académicas, culturales, de la opinión  pública especializada y el mundo electoral para debatir sobre las realidades que conduzcan al fortalecimiento de nuestra región.

 

1 ROSNICK, David y WEISBROT, Mark, Latin American growth in the 21stcentury:The"Commodities" boom that wasn't, Center for Economic and Policy Research, Washington, Mayo, 2014. Dirección URL:  http://goo.gl/SZe6vK [Consulta: 23 de mayo de 2014]

2 GONZÁLEZ, Felipe, América Latina: la crisis y el futuro. Dirección URL: http://goo.gl/UdbbU1 [Consulta: 23 de mayo de 2014]


 

 

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