Coordinación Nacional de Comunicación Social

México D.F. ,a 19 de Noviembre de 2014

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL, LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, DURANTE EL SIMPOSIO LA NUEVA CONSTITUCIONALIDAD EN MÉXICO, REALIZADO EN EL INSTITUTO TECNOLÓGICO AUTÓNOMO DE MÉXICO

Presidente del Instituto Nacional Electoral, Consejero Lorenzo Córdova Vianello: Muchas gracias Hugo por la gentil invitación, por la presentación pero sobre todo por la paciencia que como organizador de este evento has tenido que sufrir para conmigo, la verdad agradezco muchísimo la cortesía de colocarme de manera autónoma y no con la mesa de los distinguidos amigos y queridos maestros que sirve para no desentonar en ella, la verdad gracias porque han sido días complicados ahora mismo tenemos una sesión que pinta para romper los records históricos de duración en el Instituto Federal Electoral ahora Nacional Electoral, mañana se vence el plazo que nos dio la reforma  legal para adecuar la cantidad de reglamentos, ordenamientos, acuerdos, etc, de cara al proceso Electoral que ya arrancó y consecuentemente pues será una  sesión larga y compleja. Agradezco mucho que me hayas permitido Hugo, participar del evento aunque sea en este espacio, -poco de chipote- que pretende ser, no una conferencia magistral sino simple y sencillamente un espacio para plantear unas reflexiones que puedan anteceder la que si será el plato fuerte esta mañana que es la mesa que sigue.

 

Me gustaría comenzar replanteando la invitación o el texto, o el título de la conferencia “La consolidación de la democracia constitucional en México” más en un tono de pregunta, ¿La consolidación de la democracia en México? Me temo que los tiempos que corren, la sensación más inmediata sería la de responder que no o que en todo caso nos falta muchísimo para ello, a pesar del rally de reformas constitucionales que de facto nos han planteado lo que algunos han llamado, entre ellos Pedro Salazar, una reconstitucionalización del Estado mexicano, a pesar de que no tenemos una nueva Constitución, nueva Constitución al menos desde el punto de vista estrictamente formal, pero los contenidos de la misma evidentemente son radicalmente distintos de los que a casi 100 años, dieron origen al texto Constitucional.

 

Permítanme solamente una aproximación conceptual y hasta por lo rápido de la misma puede resultar hasta banal, pero que creo que es un  puntos sobre el que quiero articular esta reflexión; la Democracia Constitucional como tal, como la forma privilegiada y más difundida que han llegado a tener las formas de Gobierno democráticas en los  tiempos que corren, es por un lado como se suele decir, tiene dos componentes que se conjugan; tanto de un lado es un régimen en el cual se establecen una serie de procedimientos democráticos para tomar  las decisiones colectivas, pero por otro lado también conjuga la existencia de lo que históricamente ha venido a constituirse al menos conceptualmente como Estado Constitucional de Derecho, desde este punto de vista la democracia Constitucional, constituye al igual que la democracia, a secas, y al igual que el Estado Constitucional de Derecho, así a secas; un ideal tipo que inevitable, en su aterrizaje en la realidad concreta, está sujeto a una serie de matices, de ponderaciones, que inevitablemente hacen que las formas reales de democracia constitucional no sean idénticas o absolutamente empalmables a ese ideal tipo a la democracia constitucional en abstracto, siguiendo a Norberto Boggio, se trata de un ideal que en su aterrizaje concreto en su entrada en contacto con la burda materia tiene a matizarse, tiende a dimensionarse.

 

Ahora también es cierta una cosa, que creo que es indispensable para el análisis del estado de nuestra democracia constitucional y de los derroteros por venir de la misma, creo que pocas veces en los tiempos que corren  y particularmente a la luz de este casi desenfrenado ánimo de replantear o redimensionar los contenidos de la Constitución, la brecha entre lo que podemos llamar país legal y el país real, ha sido tan profunda a lo largo de nuestra historia, esto es una metáfora que se utilizaba mucho sobre todo en los años 70 para ilustrar la necesidad del cambio político que se detonó particularmente con la Reforma Política de 1977. La efervescencia social, el pluralismo que no estaba representado en el país de las instituciones, en el país de las normas, en el país de la Constitución, llegó a muchos a identificar un divorcio-digámoslo así- entre lo que el texto constitucional mandataba, un texto que si uno en abstracto, si un marxiano hubiera llegado a México entonces y hubiera visto la Constitución, habría dicho “bueno esto es una democracia constitucional”, si quieren todavía imperfecta y demás, pero que al ver la realidad concreta se evidenciaba un divorcio radical con lo que el texto constitucional mandataba.

 

Bueno, no es que hable en contra de los cambios que ha sufrido nuestro marco constitucional, al contrario, creo que de manera particular lo que tiene que ver con las reformas que han impactado el sistema de reconocimiento y protección de los derechos humanos, nuestra democracia constitucional se robusteció de manera muy importante a lo largo de las últimas dos décadas, pero particularmente de los últimos cinco-cuatro años, el último lo uso a partir de la reforma de 2011, pero también es cierto que esto ha acentuado, ha venido a acentuar el divorcio o la disonancia entre lo que la Constitución hoy plantea, el país legal, y lo que el país en realidad es.

 

Y esto es, esto es creo la primera premisa para tomar en cuenta, porque corremos el riesgo de caer en la tentación tan socorrida a lo largo del siglo pasado de asumir que la constitución, o que buena parte de la constitución debe ser entendida más en un sentido programático o aspiracional que no como un marco regulatorio normativo, y que pretende incidir de manera inmediata directa, no futura, en la realidad concreta que la misma Constitución regula.

 

Recuerden ustedes-digamos- esta socorrida frase, incluso planteada en el seno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por algunos destacados integrantes de la misma en el pasado, en el sentido de que , por ejemplo, los derechos sociales eran derechos de corte programático, eran derechos aspiracionales, eran buenas intenciones para decirlo de manera llana, constitucionalizadas.

 

Bueno, hoy corremos el riesgo de que la, aunque es sin duda perfectible, y por cierto, creo que merecería aprovechando el pretexto del centenario de la propia Constitución, un ejercicio de reordenación y de resistematización de los contenido actualmente en la Constitución, porque uno de los temas de los efectos no queridos de este rally reformista de los últimos años ha sido el de crear no pocas y no peligrosas, y en ocasiones incluso peligrosas antinomias, contradicciones o vacíos sujetos a una interpretación, toda la Constitución es interpretable, pero en la medida en que el margen de interpretación es amplio, es más amplio, o sea, aumenta también la discrecionalidad del poder de quién tiene potestades para interpretarla, y eso, evidentemente, en una lógica de seguridad jurídica pues es incluso contrario con las aspiraciones del propio Estado de Derecho.

 

Decía, con independencia de que es necesario y pertinente un ejercicio de revisión, de resistematización, de solución de estas eventuales contradicciones o subsanamiento de vacío creo que la radical disociación, el radical divorcio que cada vez más puede contratarse entre lo que la Constitución establece y lo que vemos e la realidad, o lo que la sensación-y utilizó a propósito éste concepto- que tenemos de la realidad, puede resultar al final del día perjudicial en una lógica de consolidación de nuestro todavía precario, todavía muy perfectible Estado democrático de derecho.

 

La democracia, permítanme un análisis muy breve de estas dos dimensiones de la democracia constitucional, la democracia por un lado y el estado de derecho o el Estado democrático, perdón el Estado constitucional de derecho por el otro.

 

La democracia tiene hoy en México, a pesar de los claros y evidentes avances que se han tenido en materia democrática, creo que esto es particularmente importante para los jóvenes reafirmar frente a jóvenes o sostener frente a jóvenes esto, la necesidad de ver nuestra realidad en una lógica  de retrospección histórica porque la sensación de desasosiego que hoy cunde puede hacernos llevar a asumir o a caer en esta solución fácil de pensar que no ha cambiado nada en el país, el país ha cambiado y mucho, basta comparar la realidad política de los años setenta con la que hoy tenemos y  la verdad los ejemplos de una prensa cada vez más libre de la incertidumbre electoral que suele anteceder a los procesos electorales, en fin, hay muchos elementos para poder sostener justificadamente la profundidad aunque insuficiencia si se quiere, la profundidad al final del día del cambio político que ha operado el país en las últimas tres décadas y media, sin embargo lo que también es cierto es que los avances y la inversión que hemos hecho como sociedad en clave democrática hoy tienen que recrearse y esta es su primera dosis de realismo, con la que hay que asumir el análisis de nuestra democracia hoy tiene que recrearse un medio ambiente adverso, la ominosa pobreza, cincuenta y cuatro millones de ciento veinte según estimaciones del propio INEGI, la dilagante desigualdad, una nota al pie hace algunos años justo en dos mil once declara la elección dos mil doce con Pedro Salazar y Ciro Murayama, hicimos una serie de programas en tv UNAM en las que analizamos distintos ámbitos, digamos de la vida social , de la economía, de la política con especialistas esto se concretó en un librito que pretendía ser una especie de contexto de exigencia o de parámetro, de reflexión  durante las campañas electorales, con los propios actores políticos y los candidatos y una de las conclusiones dramáticas que programa tras programa llegamos a concluir es que todos los temas que se abordaban (inaudible) el de la pobreza, el medio ambiente, la cuestión indígena, la sustentabilidad alimentaria, nación, etcétera, todos los temas invariablemente estaban cruzados por un eje transversal ominoso que era precisamente el tema de la desigualdad como un elemento agravante de todos los problemas de todos los grandes problemas nacionales, decía la pobreza, la desigualdad, la falta la precaria rendición de cuentas hemos avanzado en muchos planos de la democracia, digamos en la construcción de nuestra democracia constitucional, pero en algo en el que prácticamente estamos en pañales, en el tema de la rendición de cuentas.


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