El arraigo de los procesos democráticos depende del respeto al marco institucional y a la voluntad política de las partes para resolver sus controversias pacíficamente. Para lograr este arraigo se buscan las condiciones necesarias para la observación electoral: voluntad política de las partes y principios de la observación electoral tales como el respeto y reconocimiento de las leyes internas y la soberanía de un país, mantener la objetividad e imparcialidad, debe promoverse la transparencia, la precisión y la objetividad.
La sola presencia de un observador electoral, neutral y objetivo, inspira confianza al electorado; aumenta la participación política ciudadana y promueve la libre expresión en un clima de seguridad y credibilidad en el sistema electoral, favorece el diálogo entre los principales actores nacionales e impulsa el debate político en torno a temas controvertidos. El despliegue de observadores, en un país, reduce las probabilidades de intimidación e inhibe la manipulación de resultados electorales.