Riesgos y retos del voto electrónico
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La mesa “Riesgos y retos del voto electrónico” aborda las experiencias de aquellos países que decidieron dar marcha atrás a los ejercicios de voto electrónico. A partir de estas experiencias, vale la pena reflexionar sobre las razones que impidieron continuar con el desarrollo de mecanismos electrónicos de votación, de modo que sea posible comparar los distintos ángulos en la problemática de su implementación.
Ninguna innovación debe entenderse por sí misma como buena o como la solución a cualquier problema. Por ello, es necesario reflexionar sobre las experiencias en las que los mecanismos de votación dejaron de atender la transparencia en el proceso de votación, las cuestiones de seguridad respecto de los mecanismos electrónicos, la dependencia de las elecciones del uso de licencias de software y la participación de empresas privadas con otros intereses en el proceso electoral.
Sebastian Seedorf [ PDF, 590 KB], especialista legal electoral del Ministerio Federal del Interior de Alemania, habló sobre la experiencia del gobierno de Alemania con el voto electrónico y el regreso a la modalidad tradicional de voto.
La decisión de regresar a los métodos tradicionales de votación se basa en una disposición de la Corte Constitucional Federal que privilegia los principios de publicidad para los ciudadanos, y a la vez la secrecía del voto. La posibilidad de organizar elecciones con máquinas de votación está abierta, pero hasta la fecha, al menos en Alemania, no se ha encontrado un sistema tecnológico que permita garantizar en absoluto que no existe un potencial riesgo de que la información haya sido manipulada (arrojando resultados distintos a la voluntad del elector), que se configure una vinculación directa del voto de cada elector, o que refleje discrepancias entre los resultados electrónicos y los resultados en papel a la hora del voto, lo cual, en su caso, justificaría la anulación de las elecciones.
En Alemania actualmente hay dos formas para votar, la tradicional, que consiste en acudir a las urnas el día de las elecciones, y el voto postal, que se envía y es asequible a cualquier ciudadano alemán en el extranjero, con la condicionante de que la boleta debe estar en el país el día de la votación. Sin embargo, no siempre fue así: a partir de los años 50, la ley posibilitaba la utilización de máquinas de votación, mismas que se usaron por primera vez en las elecciones de 1961. Éstas eran contadoras mecánicas que, a lo largo del tiempo, fueron evolucionando hasta que en 1999 ya se utilizaban versiones electrónicas en las elecciones por el Parlamento. No obstante, las máquinas no tuvieron mucho auge ya que, aunque eran sencillas, resultaron costosas en su adquisición y mantenimiento, además de que requerían condiciones especiales de almacenaje y transporte.
Después de las elecciones de 2005, se cuestionó el uso de las 1850 máquinas de votación que se utilizaron en las 90 mil casillas disponibles en el territorio. Estos casos llegaron en 2009 a la Corte Constitucional Federal Alemana, que declaró inconstitucional la Ordenanza Federal sobre las Máquinas de Votación; sin embargo, dado que no se comprobó manipulación específica en las elecciones impugnadas, éstas no fueron anuladas ni se tuvieron que repetir. En este sentido, la Corte concluyó que las elecciones son concernientes a todos los ciudadanos, por lo que cada ciudadano debe tener posibilidad de entender los procedimientos que dan origen a los resultados, y los resultados en sí mismos, sin necesidad de previa capacitación. Existen problemas con las máquinas, pues si no funciona o ha sido manipulada, para el votante es muy difícil reconocerlo; además, el votante debe tener certeza del proceso, no solo para un solo voto, sino para millones de votos.
La Corte Constitucional también argumentó que las máquinas por sí mismas no son anticonstitucionales, es decir, ni las máquinas ni el proceso de verificación de software fallaron; es más, la Corte abrió la posibilidad de que puedan implementarse nuevamente, siempre y cuando todo votante, sin conocimiento o capacitación previa, pueda verificar cómo son asignados la totalidad de los votos; el votante debe poder confiar en una inspección realizada personalmente. No obstante, al existir la posibilidad de que los registros electrónicos difieran de los registros en papel, se asume un riesgo muy elevado, pues se podrían invalidar las elecciones.
Aún con máquinas de votación que permitan contar con un testigo del voto en papel, el segundo reto es la posible discrepancia entre lo registrado por la máquina y lo que consta en papel, pues en todo caso, prevalecería el papel, pero si el papel es lo que hace la votación, entonces no es necesario hacer votaciones electrónicas.
No hay garantía total de la seguridad de los medios electrónicos de votación, aún respaldados mediante testigos de voto en papel, por lo que, al menos en Alemania, todavía no se ha encontrado un medio que permita tener certeza total sobre la seguridad y secrecía del voto.
Con toda implementación de tecnología la gente tendrá nuevas expectativas, por lo tanto, se debe seleccionar métodos que sean simples y seguros (sin posibilidad de manipulación o ataques por hackers o que pudieran resultar blanco fácil de los medios de comunicación); por otro lado, al utilizar tecnología, se debe tomar en cuenta que se estará inmerso en un ciclo en que se invertirá dinero para seguridad y, si la seguridad se quiebra, se deberá invertir aún más dinero; por lo que no se debe perder de vista que, cuando se habla demasiado de seguridad, la ciudadanía puede perder la confianza.
Se debe tomar en cuenta el factor político, es decir, la actitud pública, pues, de acuerdo a dos empresas encuestadoras, a pesar de que no hay prohibición legal al voto electrónico en Alemania, más de 50% de los encuestados se sienten amenazados por su uso en internet, o tienen dudas de seguridad en sistemas de votación electrónicos; 62% tiene miedo de virus o malware; 45% teme posible espionaje en comunicaciones; 38% teme violación a la secrecía del voto; 26% supondría manipulación; y 44% definitivamente no confiaría en sistemas de votación por internet.
Melle Bakker, secretario-director del Consejo Electoral de los Países Bajos, presentó la experiencia del voto electrónico en su gobierno, así como el regreso a la modalidad tradicional de voto.
Al respecto, dijo que se debe tomar en cuenta el nivel de confianza ciudadana y de aceptación de los métodos de votación a implementar pues, de no existir consensos necesarios, la implementación corre peligro de fracasar. Una tradición en el uso y perfeccionamiento de tecnología en máquinas de votación puede quebrantarse por problemas de seguridad.
En los Países Bajos, existieron discusiones legislativas sobre la implementación de máquinas de votar desde 1896. Para las elecciones de 1966 fueron puestas en funcionamiento máquinas mecánicas que, en realidad, no eran muy populares en contraposición al método tradicional. En marzo de 2006 el nivel de confianza ciudadana en las máquinas de votación era muy alto, se contaba con 80% de confianza y 99% de las comunidades locales la usaban. Se utilizaban dos versiones de las máquinas de votación: con y sin acceso a red utilizando un software especial de votación.
En ese mismo año, comenzó la crisis del sistema de voto electrónico, pues un grupo de acción liderado por una compañía proveedora de internet solicitó información sobre el funcionamiento de las máquinas y ésta fue negada por el gobierno. A pesar de ello, este grupo logró obtener datos suficientes, presentó una máquina de votación en un programa de televisión y se evidenció que se trataba simplemente de una computadora a la que en un minuto podía alterarse al sustituir el chip de programación y cambiar el sentido de la votación de los ciudadanos; esto demostró que el fraude era posible.
Así, el sistema de máquinas de votación fue desarticulado y prevaleció la crisis de desconfianza, que hizo que el gobierno retirara oficialmente el uso de las máquinas a casi seis meses de las elecciones.
A partir de 2007 se crearon comités para analizar la situación y evaluar la posible reintroducción de medios electrónicos de votación aunque en general concluyeron que no se podía determinar con exactitud quienes eran responsables del fracaso, pero que indudablemente el Ministerio debía tener mayores responsabilidades en la operación del Sistema Electoral.
Además, se evaluó la posibilidad de tener un registro en papel para luego escanear los votos con programas de conteo, pero no se implementó. Finalmente, un tercer comité se manifestó por seguir investigando con ayuda de instituciones y universidades del país, para saber si era realmente posible la construcción de máquinas de conteo que garantizaran seguridad y secrecía.
En 2009, las elecciones se realizaron de la manera tradicional (lápiz rojo) y se evidenció que aún existen problemáticas de difícil solución, pues hay errores humanos en el conteo de votos tradicional y esto abre la posibilidad de que los resultados se puedan discutir. Actualmente hay debate y negociaciones para volver a implementar las máquinas de votación y el enfoque se basa en el análisis de riesgos; sin embargo, a la fecha no ha sido posible su implementación.
Sin duda, la organización de elecciones por el método tradicional resulta una tarea más compleja para los ciudadanos que intervienen en su desarrollo; el tiempo invertido es considerablemente mayor que cuando se utilizan mecanismos de votación electrónica y aún no se ha erradicado la posibilidad de error humano en los cómputos.
Es importante tomar en cuenta que la confianza de la ciudadanía puede ser alterada con cualquier indicio de vulnerabilidad en los sistemas. Por eso es necesario definir responsabilidades claras para las instituciones electorales y lograr un consenso con los distintos sectores y actores involucrados. Años de uso de un sistema de votación o conteo electrónicos no garantizan la permanencia del mismo.
Como la confianza ciudadana es difícil de reconstruir una vez vulnerada, es necesario poder garantizar a los ciudadanos que los sistemas implementados son seguros, confiables y aseguran además la secrecía del voto, más allá de factores económicos que permitan decidir si es redituable la implementación de tecnologías del voto.
El Dr. Robert Krimmer [ PDF, 4.70 MB], de la Office for Democratic Institutions and Human Rights de la OSCE, habló de la experiencia en la implementación de sistemas de votación en naciones con democracias emergentes.
El contexto y las condiciones sociales deben considerarse invariablemente antes de implementar tecnologías de la información y la comunicación. Su uso en una o varias etapas de los procesos electorales debe tomar en cuenta a los distintos actores políticos o clientes de la actividad electoral (ciudadanía, organismos de la administración pública o instituciones encargadas de organizar elecciones, tribunales especializados, partidos políticos, etc.). No existe un modelo predeterminado o único que permita a los países realizar esta transición y no debe pensarse que la tecnología resolverá los problemas de confianza, sino que la confianza es un presupuesto para la implementación de nuevas tecnologías del voto.
La OSCE es un organismo regional que tiene como misión principal mantener la seguridad en el hemisferio norte. Parte de su tarea es apoyar a instaurar la democracia y a consolidar los procesos electorales después de la caída de los regímenes comunistas, creando confianza de los votantes en dichos procesos. Evalúa y apoya la implementación de tecnologías de la información y comunicación en los países que así lo requieran. Con base en las experiencias de otros países, se presentan una serie de recomendaciones a considerar, tomando posturas sobre ciudadanía, legislación, capacitación, seguridad, proveedores de software, certificaciones, entre otros.
Actualmente existen tres métodos principales de aplicación de tecnologías de voto: escaneo de boletas, máquinas de votación y votación por internet. Un sistema no tiene que ser sólo electrónico o sólo tradicional; se debe evaluar la posibilidad de combinar lo mejor de ambas modalidades. La OSCE, a lo largo de su experiencia y estudios, ha identificado tres áreas principales que se deben tener en cuenta:
Además señaló que las nuevas tecnologías requieren de buenos contratos de mantenimiento, además de planes de contingencia. La adecuada capacitación de los funcionarios electorales es clave pues sin una instrucción correcta podrían perder el control. Además, el uso de computadoras o nuevas tecnologías requiere pruebas públicas.
Es aconsejable buscar la certificación de software que garantice el funcionamiento del sistema como se planeó; para esto es importante la participación de los observadores electorales y la celebración de acuerdos de no divulgación entre las empresas o instituciones proveedoras. También, es recomendable que la implementación empiece con suficiente antelación, ya que se necesita un periodo considerable para identificar los posibles problemas específicos.
Con el uso de nuevas tecnologías de la información y comunicación, no es posible tener el mismo grado de aceptación y confianza que en el papel, pero puede mejorar la accesibilidad de los votantes. No obstante, el uso de las tecnologías de votación necesita cumplir con los mismos requerimientos exigibles a los métodos en papel.
El uso de nuevas tecnologías de información y comunicación en las elecciones no sirve para construir confianza; por el contrario, requieren de confianza para poder solucionar una necesidad en concreto. Sin confianza preexistente es mejor quedarse con el método tradicional de papel, si es que brinda mejores resultados.
Finalmente, al considerar la implementación de tecnologías de información y comunicación se debe tomar en cuenta el contexto social y las repercusiones para los distintos actores involucrados. La realidad en las distintas sociedades no es la misma, por lo que el modelo a utilizar debe ser construido a partir de una visión integradora que permita brindar las mejores soluciones para el caso específico.
Rui Santos Simoes, especialista de Smartmatic, habló de la experiencia en el diseño de software y hardware de sistemas de votación, experiencias comparadas y puntos clave para tomar la decisión de implementarlos.
La automatización es una herramienta que permite ser más eficientes y transparentes además, puede funcionar en la medida en que estemos dispuestos a llevar a cabo un proyecto.
La automatización de sistemas de votación requiere, en primer lugar, de la decisión y consenso político, una vez que se consideran las posibles problemáticas y los intereses nuevos y diversos que se generan con el uso de nuevas tecnologías aplicadas. Sin embargo, se debe poner atención en que, de ninguna manera, el organismo encargado de la función estatal de organizar las elecciones o la administración pública, pierda el control de sus tareas, pues puede convertirse en un outsourcing electoral.
A nivel mundial existen casos en donde se magnifican los problemas, otros más se minimizan y algunos cuantos realmente dan resultados efectivos. En el caso de Alemania, las autoridades determinaron que no se podía brindar a la ciudadanía la garantía de poder verificar de manera fehaciente que su voto se registrara tomando en cuenta la verdadera voluntad del elector, pero esto no quiere decir que todos los sistemas electorales están reñidos con el voto electrónico o que deban estarlo.
Existen aspectos positivos y negativos en cada caso: Mongolia, por ejemplo, referenció su padrón electoral con las huellas digitales en un sistema avanzado; Brasil y la India no utilizan un registro impreso pero existe la votación electrónica, a diferencia de Venezuela, Estados Unidos o Bélgica en donde se utilizan medios electrónicos con un registro de voto impreso.
Existen ventajas y desventajas en la automatización dentro de los procesos electorales: la asociación de la identidad de las personas con el sentido del voto, el almacenamiento virtual de la secuencia de los votos asociadas al orden de presentación de los votantes o la detección de emisiones electromagnéticas que permitan descifrar el sentido de la votación, son algunas desventajas; sin embargo, ya se utilizan también máquinas de votación que generan ruido electromagnético para bloquear intercepciones y sistemas de impresión con urnas cerradas que evitarían discrepancias y certificaciones.
El camino hacia la automatización debe analizarse de manera puntual y se deben considerar todas las aristas del contexto social, a fin de que se privilegien los principios fundamentales de celebración de elecciones democráticas. En la automatización de procesos electorales se debe tratar de emular la experiencia del elector, a fin de que sea lo más parecido posible al sistema manual.
Los problemas reales de la implementación del voto electrónico están relacionados con el riesgo de privatizar el acto de las elecciones y de hacer un outsourcing de la elección. Al decidir implementar la automatización en las elecciones, se debe exigir siempre la verificación y validación del código fuente.
Finalmente, una vez que se necesita seleccionar un sistema de automatización, la autoridad electoral debe invitar a los partidos políticos y al universo de productores de software a la auditoría y verificación de los procedimientos. La autoridad electoral no debe permitir la implementación de algo sin garantía de funcionamiento y de seguridad.