DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
Las mujeres y los hombres que integramos el Partido Revolucionario Institucional declaramos nuestra lealtad con México, nuestra Nación, a la que queremos libre y justa. El PRI es un partido político nacionalista, democrático y popular que lucha dentro del Estado de derecho por obtener y conservar el poder público con la finalidad de defender la soberanía, avanzar en la democracia e impulsar la justicia social en nuestro país, y de contribuir a la construcción de un mundo en el que imperen la paz, la cooperación y el respeto entre los pueblos. Los priístas conformamos un partido nacional, una alianza incluyente de ciudadanos, de organizaciones, de organismos y de sectores en los que están representados todos los estratos de la sociedad mexicana, pero nuestro principal compromiso es con quienes menos tienen. El PRI es el partido de los trabajadores del campo y la ciudad, el partido de los obreros, los campesinos y las clases populares. Nuestro partido nace de la Revolución Mexicana como producto de la lucha contra la dictadura y su injusto orden económico y social. Superada la etapa violenta y bajo la denominación de Partido Nacional Revolucionario, en 1929, sienta las bases de la unidad y estabilidad política; como Partido de la Revolución Mexicana, en 1938, emprende el largo camino de las reivindicaciones sociales; con su nombre actual, a partir de 1946, continúa la edificación del nuevo régimen manteniendo el espíritu unificador y justiciero, propiciando el desarrollo económico de la Nación y encabezando las demandas de una sociedad crecientemente participativa y plural hacia el perfeccionamiento de las instituciones democráticas. Para los priístas la Revolución es origen y destino. La concebimos como un gran movimiento social, político y cultural por la identidad nacional, la libertad y la justicia que constituye, a un tiempo, nuestro punto de partida y nuestro anhelo. La entendemos ajena a dogmatismos y enemiga de la inmovilidad, presta a la renovación creativa y con visión hacia delante. Por eso, porque no confundimos la conservación del poder con la conservación del orden de cosas, sabemos que nos mantendremos a la vanguardia en tanto sigamos siendo revolucionarios, en la medida en que nos mantengamos fieles a nuestra vocación transformadora. Y por eso, porque asumimos la historia como enseñanza del cambio, sabemos que sin tradición no suele haber creación, y que sin apoyarnos en la plataforma de nuestro pasado no podríamos emprender la conquista de nuestro futuro. La Revolución, sin embargo, no es un acontecimiento aislado de nuestro devenir histórico. Atrás de ella están la cultura mestiza que heredamos y las luchas históricas que asumimos como propias y que consideramos la raíz de nuestra ideología. Sin los artífices de nuestra Independencia y los liberales de la Reforma, quienes destierran los fueros, abren paso a las libertades individuales y logran la separación del Estado y la iglesia, el movimiento revolucionario de 1910 no habría sido posible. Sin la conciencia de nuestros rezagos seculares que todos ellos desarrollan no habría germinado la primera revolución social del siglo XX. Esa es la fuerza histórica de nuestro partido. Heredero de las mejores causas del pueblo mexicano, el PRI ha sido el instrumento político para realizar el programa de la Revolución. La ruta del partido ha sido trazada por el avance de la sociedad: es el paso de un partido que alienta a la sociedad a lograr el desarrollo revolucionario y la consolidación institucional a un partido que propicia y acata la voluntad de democracia de la sociedad y que, consecuentemente, impulsa su propia democratización. Pero nuestra convicción transformadora no ha trastocado nuestros valores. A lo largo de nuestra historia ha cambiado nuestra organización, nuestra estrategia, nuestra naturaleza misma, pero nunca nuestro ideario. Seguimos siendo un partido que cree en la lealtad y en la honestidad. Seguimos siendo el partido de la soberanía, la democracia y la justicia social. II. Nuestros Valores 1.- Nacionalismo y soberanía Para los priístas, un mundo culturalmente diverso es más rico que uno culturalmente uniforme, y por ello luchamos por la preservación de nuestra identidad cultural y reconocemos el derecho de las demás nacionales a hacer lo propio. Así entendemos el nacionalismo, cuya expresión afectiva es el amor a la patria y cuya dimensión política constituye el fundamento de la identidad de un pueblo. En México, la rica tradición nacionalista de nuestro siglo XIX, cuando la defensa contra agresiones extranjeras reafirma la cohesión nacional, llega a su madurez en la Revolución Mexicana, que representa el encuentro de México consigo mismo. Este movimiento nacionalista introspectivo de la Revolución, que a diferencia de los de otros países surge en una guerra civil, sitúa a los mexicanos en condiciones inmejorables para conciliar la preservación de nuestra idiosincrasia con la apertura al exterior. Es esa definición de la mexicanidad surgida en la búsqueda de identidad y no en contraposición a nadie lo que hace que nuestro nacionalismo revolucionario, poderoso defensor de nuestra independencia, sea lejano a xenofobias o aislacionismo y próximo a la armonización de lo nacional con lo universal. El medio para lograr la permanencia de la cultura y la identidad de los mexicanos es la defensa de nuestra soberanía, entendida como el derecho inalienable y exclusivo del pueblo mexicano para dar rumbo al desarrollo de México. Para los priístas, una Nación soberana es aquella en la cual el Estado hace valer de manera eficaz su dirección y mando en lo interno y al mismo tiempo hace efectiva su política exterior, insertándose en el concierto de naciones sin condicionamientos de otros Estados en sus decisiones. En ese ámbito, ningún poder está por encima de los mexicanos. Nadie más que el pueblo de México puede tomar esas decisiones. 2.- Libertad y democracia. La libertad es para los priístas un principio indeclinable. En el plano individual, la libertad se nutre de libertades libertad de pensamiento,libertad de expresión y de prensa, libertad de creencia y de culto, libertad de reunión y de asociación- que representan por sí mismas valores fundamentales. No aceptamos que bajo ningún concepto se conculque alguna de las expresiones de la libertad, y sostenemos que en su ejercicio a plenitud se encuentra el origen de la realización del hombre. Entendemos la política como la actividad humana encaminada a dirimir conflictos y lograr acuerdos para encauzar legal, pacífica y ordenadamente los intereses particulares hacia el interés general, y concebimos la democracia como el régimen político por excelencia. Para los priístas, la política democrática requiere de partidos y de instituciones republicanas para organizar a la sociedad y traducir sus demandas en actos de gobierno. La democracia establece que es el pueblo quien ha de elegir a sus gobernantes, dirigir el diseño de la política gubernamental y vigilar que los poderes de gobierno cumplan sus responsabilidades, respondan a la voluntad de la mayoría y respeten los derechos de las minorías. Por eso los priístas asumimos como fuente de legitimidad del poder público el voto libre y universal y por ello vemos en los gobernantes a los mandatarios de la decisión expresada por el electorado que han de velar por el mantenimiento de la libertad y la realización de la justicia. Pero también por eso, porque no suponemos que la estructuración del poder se agota en la conformación del gobierno, sostenemos la democracia es un sistema de vida que ha de extenderse al ámbito de lo social y de lo económico. 3.- Justicia y justicia social. La Justicia es, en esencia, dar a cada quien lo que conforme a la ley le corresponde. Para nosotros justicia es, en primer término, garantizar a todo individuo seguridad y certeza legal. Cada persona ha de tener igual derecho a ejercer sus libertades fundamentales de tal manera que no se coarten las de los demás. Consideramos además que un país justo es aquél en el que existen los instrumentos legales y la acción pública para evita que ningún agravio a cualquiera de sus ciudadanos quede impune. Un país en el que la ley, una ley justa, se aplique en forma expedita y sin distingos por un poder judicial autónomo, imparcial, honesto y eficiente. En la ley está nuestra fuerza; en su puntual aplicación y acatamiento está la defensa de los individuos frente a cualquier opresión y la condición invariable par el ejercicio del poder público. La justicia social es, ante todo, igualdad de oportunidades y garantía de bienestar. Los piístas la entendemos como al acceso a la educación y al trabajo, como el derecho a alimentación, salud, vivienda, vestido, recreación y medio ambiente dignos. Pugnamos, en consecuencia, por un Estado Social de Derecho en el que todos los miembros de la sociedad tengan las mismas oportunidades de acceder a los mismos beneficios y en el que nadie carezca de las condiciones materiales básicas para vivir con dignidad. Consideramos inadmisibles las profundas desigualdades sociales que subsisten en el país, y estamos empeñados en crear las condiciones estructurales para que se cumpla el postulado que nació con nuestra voluntad de ser independientes: moderar la opulencia y la indigencia. Mientras exista un mexicano que viva en la miseria no podremos sentirnos III. Nuestro compromiso con la legalidad. Nuestro partido se sujeta cabalmente a la Constitución General de la República y a las leyes e instituciones que de ella emanan, y en consecuencia se obliga a conducir sus actividades por medios pacíficos y por la vía democrática. Los priístas no aceptamos pacto o acuerdo que sujete o subordine al partido a cualquier organización internacional o lo haga depender de entidades o partidos políticos extranjeros, y rechazamos toda clase de apoyo económico, político o propagandístico proveniente de extranjeros o de ministros de los cultos de cualquier religión o secta, así como de las asociaciones y organizaciones religiosas e iglesias y de cualquiera de las personas a las que la legislación federal electoral prohibe financiar a los Partidos Políticos. Los priístas creemos que la legalidad es, a un tiempo, garantía de estabilidad e instrumento de transformación social y nacional. Asumimos el cambio como constante, pero afirmamos que los mexicanos nos hemos dado un orden jurídico capaz de adaptarse al dinamismo de la realidad. Aspiramos, además a que la legalidad sea siempre el sustento de la legitimidad. Los priístas creemos que la legalidad es, a un tiempo, garantía de estabilidad e instrumento de transformación social y nacional. Asumimos el cambio como constante, pero afirmamos que los mexicanos nos hemos dado un orden jurídico capaz de adaptarse al dinamismo de la realidad. Aspiramos, además a que la legalidad sea siempre el sustento de la legitimidad. México es una república representativa, democrática y federal. En nuestro país todos las personas somos iguales ante la ley, y ésta no admite discriminación alguna de origen étnico, sexo, edad, religión o condición social. Recibir educación es un derecho y una obligación del individuo; impartirla obligatoria, laica y gratuita en su nivel básico, es responsabilidad del Estado, Gobierno y sociedad han de promover una educación pública de calidad dirigida al ejercicio de la libertad y al compromiso con la justicia, y han de fotalecer la universidad pública y las responsabilidades en la función educativa de estados y municipios. El dominio directo de todos los recursos naturales y del subsuelo del país corresponde originaria, inalienable e imprescriptiblemente a la Nación. La existencia y preservación, en materia de tenencia de la tierra, de la pequeña propiedad, el ejido y la propiedad comunal es un logro histórico irreversible. El derecho al trabajo digno y socialmente útil, la existencia del salario remunerador, el sindicalismo y el derecho de huelga son postulados esenciales en el ámbito laboral. La separación de Estado e iglesias es principio histórico irrenunciable y condición para la vigencia plena de la libertad de creencia. Así es y así debe ser. Así lo suscribimos y así lo defendemos. IV. Nuestro proyecto. Queremos un México libre y justo. Un México soberano, con democracia y con justicia social. No aceptamos falsa disyuntivas: sólo hay individuos auténticamente libres en una sociedad justa, y la justicia social sólo adquiere su verdadera dimensión ahí donde se respetan las libertades individuales. Queremos un Estado que reconozca y asuma como función imprescindible la de garantizar la libertad y la justicia para todos. No aceptamos la contraposición Estado-sociedad porque concebimos al Estado como la sociedad políticamente organizada y, en consecuencia, lo consideramos la única instancia capaz de crear y mantener las condiciones que refrenden cotidianamente la democracia y la justicia social. Ajenos a dogmas de cualquier índole, sostenemos que la participación del Estado en la economía debe propiciar la generación de riqueza y asegurar su justa distribución, contrarrestando los desequilibrios socioeconómicos y garantizando la concurrencia de los sectores público, social y privado en el desarrollo de la nación. Queremos que todos los mexicanos vivamos con bienestar y dignidad. Ese es, para nosotros, el único criterio válido para juzgar una política económica como revolucionaria. Queremos una Nación unida y fuerte. Reconocemos su carácter pluriétnico y pluricultural, defendemos el derecho de nuestros pueblos indígenas a preservar sus tradiciones y exigimos para todos los mismos derechos, iguales oportunidades y un ejercicio pleno de la ciudadanía para que México pueda seguir siendo lo que es y debe ser: una sola Nación. Más aún, afirmamos que es precisamente mediante el respeto a las particularidades de nuestras distintas regiones y culturas, mediante la posibilidad de que sean ellas quienes definan sus prioridades y decidan las soluciones a sus problemas, como lograremos asegurar la unidad en la diversidad. Queremos un gobierno en el que rijan el humanismo y la ética política. Un gobierno que haga de la educación su principal instrumento de progreso. Queremos un gobierno sustentado en la confianza social, honesto y eficiente, permanentemente atento a las legítimas necesidades y demandas populares, que lleve a la práctica nuestros principios en beneficio de la sociedad. Un gobierno con sólida conciencia moral que haga a un lado los códigos de reglas no escritas, que castigue la corrupción y que exija la adopción de compromisos claros y la rendición de cuentas de sus servidores públicos. Queremos un régimen democrático con sistema presidencial sustentado en el principio del sufragio efectivo y la no-reelección, dispuesto al consenso social y receptivo de la opinión pública. Pensamos que todos los mexicanos debemos estar de acuerdo en lo fundamental, que son nuestras normas de convivencia, pero reconocemos la existencia de una sociedad plural y respetamos el derecho de los demás partidos a pugnar por representarla. Queremos el fortalecimiento de una cultura política democrática. Queremos un ejercicio del poder equilibrado. Queremos un poder ejecutivo fuerte, acotado por un legislativo y un judicial igualmente fuertes y autónomos. Queremos un federalismo actuante y equitativo, un gobierno federal garante de la unidad de la nación y respetuoso de la soberanía de los estados, y gobiernos estatales que respeten el ámbito de acción del municipio libre y reconozcan en sus representantes la autoridad más cercana al ciudadano. Queremos una sociedad en la que impere la igualdad. No hay equidad allí donde las mujeres arrastran los rezagos de su ancestral discriminación. La mujer debe tener, en la ley y en los hechos, las mismas oportunidades que el hombre. Queremos espacios de participación para los jóvenes que hagan que un país joven como México sea democráticamente consecuente con la mayoría de su población. Pero también queremos un orden social que proteja a la niñez y que respete y aproveche la sabiduría y experiencia de los ciudadanos de la tercera edad. Queremos el respeto a la persona y a su medio ambiente. Queremos respeto a los derechos humanos, definidos de acuerdo a la Declaración Universal y expresados por la Constitución y protegidos eficazmente por las Instituciones de la República. Queremos una Nación en la que el empleo de sus recursos naturales se lleve a cabo bajo la premisa de su renovación sostenida y el uso racional, económica y socialmente eficaz. Queremos el desarrollo sustentable, el que no concibe el progreso como el triunfo del ser humano en su lucha contra la naturaleza sino como el resultado de su integración armónica en ella. Queremos un mundo justo. Un orden internacional en el que se reafirmen el derecho a la autodeterminación de los pueblos, la no intervención y la solución pacífica de las controversias, y en el que se respeten los derechos de las naciones y sus obligaciones consecuentes. Un orden en el que exista una coordinación respetuosa entre naciones igualmente soberanas, a través de organismos supranacionales representativos en los que las naciones poderosas no se impongan sobre las naciones económicamente débiles. Queremos un mundo sin hambre y sin violencia. Queremos la paz. Queremos un México que no hemos terminado de construir. Sabemos que sólo quienes conciben su propia cima de grandeza pueden aspirar a escalarla. Para eso queremos el poder. Para superar las carencias y los rezagos que aún prevalecen y para continuar el ascenso que emprendimos en 1929. Para encarar los desafíos del nuevo milenio y las exigencias de la nueva sociedad con un liderazgo que dé certidumbre en el cambio con rumbo y responsabilidad. Queremos que la Revolución sea la República. Queremos un México más libre y más justo. Queremos, para todos los mexicanos, un México cada vez más grande. |
DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
Los priístas conformamos un partido nacional, una alianza incluyente de ciudadanos, de organizaciones y sectores, en el que está representada la heterogeneidad de la sociedad mexicana. El PRI es el partido de todos los mexicanos comprometidos con la democracia y la justicia social. El nacionalismo conjuga libertad, igualdad y democracia en la defensa de los intereses nacionales. Reafirma el compromiso del Estado como eje del desarrollo, y reconoce en los ciudadanos el principal motor para la transformación del país, y en la convicción democrática el baluarte para mantener la soberanía, unidad e identidad de los mexicanos. Impulsamos condiciones dignas para los jubilados y pensionados. Las mujeres han luchado por redefinir su papel acorde a los tiempos que marcan los avances de la sociedad, y los hombres de nuestro partido están obligados a defender y hacer suyo ese justo derecho. Concebimos un México donde los jóvenes estén incorporados en la toma de decisiones que les garanticen espacios de participación política y social. Para alcanzar esta nueva relación con la juventud nos hemos transformado en un partido moderno, competitivo y eficaz donde pueda desarrollarse todas sus potencialidades a través del diálogo y el respeto de las leyes. El partido asume que la formación de sus cuadros juveniles representa una de las mejores opciones de renovación y permanencia. Pugnamos por el respeto al principio de equidad y proporcionalidad tributaria. Que paguen más los que más tienen y los que más ganan. Es imperativo alcanzar una satisfactoria calidad de la educación, en todos los niveles y todas las regiones del país. Hay que fortalecer la organización federalista, para la difusión rectora de nuestra política educativa, resaltando la importancia de la historia de México y de la educación cívica. La educación es transformadora de todas nuestras actividades porque favorece la trascendencia del ser humano, desarrolla la creatividad, la innovación, recoge y conjuga todos los rasgos de nuestra pluralidad y preserva la identidad nacional. Nos pronunciamos por el fortalecimiento de la educación pública, por la negativa a su privatización y en el mismo sentido, por la defensa de la universidad pública y las demás instituciones públicas de educación superior, así como su consolidación ante la sociedad. El Partido pugnará porque los trabajadores disfruten de los beneficios que se generen a través de su productividad. El PRI se define a favor de una legislación laboral que considere condiciones de trabajo particulares para la mujer y los menores de edad, así como su protección en caso de riesgos, y se pronuncia por erradicar prácticas discriminatorias, de opresión y de acoso. NUESTRO PROYECTO Convenzamos a los mexicanos que quieren un mejor futuro, a unirse a nuestro proyecto. Hagámoslo de la única manera posible: con la fuerza moral del ejemplo. |
SE MODIFICA. SE MODIFICA. |
En virtud, de que la Declaración de Principios que se presenta ante el consejo general del Instituto Federal Electoral, para que en su caso se declare la procedencia constitucional y legal, es un documento que contiene nuevas propuestas. Razón por la cual se considero inecesario señalar el sentido de la reforma.
|